En el aeropuerto de Luzmarina.
—Viejo, te lo advierto de antemano, si vuelves a ponerte estirado y haces que mi Juliana se enoje, no solo olvídate de que ella cocine para ti, sino que tampoco vuelvas a Sazón del Alma—Ernesto se quejaba sin parar mientras caminaba entre la multitud que salía del cana