Emiliano fue empujado al suelo por Juliana.
Por suerte, debajo de él estaba la colcha en la que durmió la noche anterior.
Aun así, se asustó bastante y su rostro mostraba un pálido semblante.
Juliana, sin saber lo que acababa de pasar, se quejó: —Emiliano, ¿por qué subiste a mi cama a altas horas de