—No, no me atrevo...
Su voz no pudo salir.
El hombre apretó su garganta, aumentando gradualmente la presión.
Mirando el rostro enrojecido de Camila debido a la asfixia, su sonrisa se hizo aún más despiadada.
Ella lo miraba con terror, golpeando con fuerza su brazo y luchando para liberarse, pero sus