Una cuestión de hombres a hombres.
Y cuando vio a Juliana hablando con Javier con esa actitud, se enfadó mucho más.
Con una expresión seria, dijo: —Señor Morales, mi esposa y yo estamos yendo a casa. No creo que necesitemos tu permiso, ¿verdad? Julita, ¡sube al auto!
Juliana ignoró por completo las