Capítulo 93

Me encantaba que Waldo fuera un hombre lobo y resultase tan vehemente y apasionado, como una fiera en al cama. Es que me excitaba el hecho de que él fuera un licántropo y las veces que hacíamos el amor, le pedía, a gritos, siempre, que se transformara en un cánido y se tornara violento y hambriento y que me devore igual si fuera una apetitosa y suculenta presa. Me encantaba sentir su pelaje entre mis dedos, admirar sus fauces enormes, sus colmillos afilados, sus garras apareciendo en sus uñas y verlo ensanchando su pecho y espalda hasta hacerse enorme como un mastodonte gigante. Eso prendía mis fuegos, alborotaba mis sentidos, hacía que la sangre revoloteara efusiva en los tubos de mis venas y el éxtasis se me prendiera en todo mi delicioso ser, volviéndome una gran antorcha.

Hacer el amor con Waldo era diferente, emotivo, erótico y súper sensual. Yo me aferraba a su pelaje, le hundía mis uñas, lo besaba con mucha pasión, me deleitaba con su jadeo intenso y me gustaba saberlo tan
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