Esa noche escuché muchos pasos en el techo de mi casa, igual si fuera un animal grande y pesado, tanteando las cornisas. Como yo estaba tan aterrada con lo del hombre lobo y el pánico que inundaba en la ciudad, (terror que yo misma había provocado, haciendo escándalo con esos crímenes), dormía, virtualmente con un ojo abierto y se me hacía muy difícil conciliar el sueño. Fue entonces que percibí a alguien en el techo, caminando de puntitas. moviéndose por todos lados. Toc, toc, toc iba y venía arriba alguien, desplazándose entre las cornisas, tratando inútilmente de no hacer ruido, quizás buscando alguna fisura para meterse a mi casa y devorarme.
Me levanté con mucho cuidado y fui hacia el patio que tiene una escalera de caracol que va al techo. Llevé mi bate de béisbol y mi móvil pensando llamar en Waldo si es que sorprendía a la bestia merodeando mi casa. Estaba descalza para no hacer nada de ruido y me había envuelto en mi bata. Avancé despacito, tanteando en el silencio, suje