Sara
Dos semanas más tarde, Jonathan y su equipo terminaron el trabajo y solo faltaba el mobiliario, que él se ofreció a colocar por el intercambio que hicimos de ayuda mutua. Y yo me encariñaba más con la hermosa Emma.
Gracias a la guía de mi tía hice las últimas compras para equipar la cocina y todos los días pasaban los antiguos clientes a ver si ya estaba listo el lugar para poder volver, yo estaba a toda marcha con algunos trabajos que me solicitaron de restauración de unas piezas de vitral.
La pequeña Emma era un ángel, tenía buenos modales y sus ocurrencias nos sorprendían todos los días, a veces quedaba dormida antes de que su padre se la llevara. Por suerte conseguimos dos personas que se encargaran de las oficinas para gestionar el trabajo de Jonathan.
Madelaine y mi tía simpatizaron, al parecer mi vida se iba enriqueciendo con la adición de nuevas personas en ella, esto de verdad se empezaba a sentir como un hogar.
La inauguración se llevó a cabo con un montón de gente