Capítulo 2

–Muy bien. –El joven Fernández se levanta con rapidez de su silla, para mirar hacia la pared de vidrio, que daba a una hermosa vista a la ciudad. –La señorita Gonzales, le estará dando mi agenda y todo lo que necesito para hoy.

Yo aún seguía sorprendida por el nuevo puesto que tenía, así que solo me le quede viendo como una tonta, mientras pasaba una de mis plumas por mis labios rojos. El joven Fernández al darse cuenta, que no respondía, voltea a verme. Pero cuando lo hace, él se encuentra con mis ojos verdes, que le miran impresionados.

El joven William se da cuenta de mi mirada, la respuesta inmediata de su cuerpo fue tragar saliva, nervioso al mirarme.

–¿Entendió? -Preguntó aclarando la voz.  

–Sí, lo lamento. –Le respondí levantándome de mi asiento con rapidez, dándome cuenta que lo había mirado de más. ¡Qué vergüenza!

Al salir de la habitación, no puedo evitar recargarme en la puerta de madera suiza, para recuperar un poco el aliento. Mi corazón estaba latiendo con fuerza, nunca antes había sentido esta sensación de angustia, pero al mismo tiempo de placer. Era como si mi nuevo jefe tuviera algo que los demás hombres, no me provocaban.

No sé si era su aura de autoridad o sus ojos cafés claros, que demostraban un fuego e intensidad, que nunca antes había visto en un hombre, pero había algo en él que realmente me hacía sentir conmocionada.

Pero sabía que tenía que continuar con mi nuevo trabajo, así que acudí a Gaby para que me pudiera dar la agenda del joven Fernández. Ella me dio una agenda que estaba totalmente llena, no había ni siquiera un pequeño espacio para una nueva cita, así que de inmediato me di cuenta que la vida de William Fernández, era tan ajetreada y al mismo tiempo tan distinta a la vida laboral de mis anteriores jefes.

Mi oficina lentamente se empezó a llenar de cajas y cajas, de archivos que quizás el jefe pudiera necesitar, así que me dedique a enterarme un poco más de lo que haríamos hoy. Parecía que hoy tendríamos dos comidas con dos accionistas, que parecían ser franceses por sus apellidos, pero cuando intentaba familiarizarme un poco más con las personas que estaría viendo hoy, me doy cuenta como una joven alta y de cabellera rubia, pasa por el pasillo.

Sabía que ya antes había visto ese cuerpo estilizado y esa silueta tan elegante, así que no tarde en darme cuenta que no era nada más y nada menos, que Alicia Ferguson, una de las accionistas y dueñas de la empresa. Me quede sin aliento al saber que esa mujer, era la chica más casadera de la ciudad.

Mis ojos verdes curiosos no dejan de ver esa hermosa silueta, hasta que desaparece por completo, supuse de inmediato que entro a la habitación del jefe. Así que trate de hacer mi trabajo, sin distraerme tanto con las personas que estaría viendo esos días, pero mi trabajo fue interrumpido, cuando el teléfono empezó a sonar.

–Buen día, habla a la empresa Ferguson, ¿cómo le puedo ayudar? –Dije como un robot, ya que tenía mucho conocimiento al tomar llamadas.

–Buen día, me llamo Marco Petit. –De inmediato pude reconocer su nombre, era el hombre con el que se estaría reuniendo este día el joven Fernández. –Necesito que me comunique con su jefe.

–Sí, espere un momento. –Estaba nerviosa, no quería meter la pata en mi primera llamada.

Intente más de una vez, poder trasferir la llamada al teléfono del jefe, pero por más que lo hiciera, él no respondía. Así que después de intentar más de una vez, me levante de mi asiento, para caminar con rapidez hacia la oficina del jefe. La puerta estaba cerrada y se podía escuchar ruido dentro de esta, de inmediato puse mi oído contra la puerta suiza, para darme cuenta que se estaba teniendo una discusión adentro. Quizás era la famosa Alicia Ferguson, peleando con el jefe, pero ¿por qué estaban discutiendo? Si se suponía que estas dos personas eran como familia.

La intriga me mataba, quería saber el porqué de su discusión, pero también tenía en mente, que uno de los empresarios más grandes de Francia estaba al teléfono, y que tenía que hacerle saber a mi jefe que lo estaba esperando. Así que me atreví a entrar por esa gran puerta imponente, encontrándome con una escena algo extraña.

Alicia estaba llorando mientras mi jefe la miraba con desprecio, no podía creer que estaba interrumpiendo una conversación tan intima. Mis ojos se abrieron de par en par, para empezar a sentir como un balde de agua fría caía por mi cuerpo. Me quede congelada mientras miraba a ese par.

–¡Señorita Guevara! –Dijo mi jefe haciendo a un lado a la joven Ferguson y a sus lágrimas.

–Lamento mucho… ­­–Claramente quería disculparme por el atrevimiento a interrumpir, pero parecía que mi jefe no estaba molesto, incluso parecía aliviado de que lo había hecho.

–No se preocupe, señorita Guevara. –Dijo con tranquilidad. –¿Qué pasa?

–Tengo en la línea a Marco Petit.

–¿Y por qué no me paso la llamada? –Pregunta sorprendido.

–Intente varias veces trasferir su llamada. –Miré su teléfono y vi que tenía uno de los focos prendido, eso significaba que él tenía una llamada desde mi oficina.

El joven hombre de traje negro y corbata del mismo color, solo suspira profundamente para caminar con mucho porte hacia el teléfono, tomándolo en sus manos para contestarle al tal Marco.

–¡Marco Petit, es bueno saber de ti! –Y mientras responde, nos pide tanto como a la señorita Ferguson y a mí, que nos retiremos de la oficina.

Yo no podía creer que él estaba corriendo a una de las accionistas de la empresa, que de inmediato entendió y salió de la oficina junto conmigo. Y al cerrar la puerta de esa gran oficina, me encuentro con la furia de una dama, que parecía estar sufriendo.

–¿Cómo pudiste entrar a una oficina sin aviso? -Me reclama la rubia.

–Lo lamento, no quise, pero …–Pero la joven no me deja terminar, era como si mi acción de abrir esa puerta, le hubiera lastimado bastante. 

–Si vuelves a tratar de interrumpir una de mis conversaciones con William, hare que te despidan. –Me amenazo entre diente la joven, para después fulminarme como si fuera su peor enemiga. –¿Entendiste?

–Sí. –Le dije realmente molesta.

La mujer podía ser una autoridad muy grande en esta empresa, pero incluso para mí, la gente valía no por su dinero, sino por sus acciones. No le tenía ni una pizca de miedo a esta mujer, de alguna manera el respeto que parecía tenerle al principio, se había esfumado por su comportamiento. Y mientras me amenazaba, yo nunca baje la mirada. Era una mujer fuerte con un temperamento muy grande, así que sabía que, entre esta mujer y yo, habría problemas muy fuertes si no lograba contenerse.

Al final de compartir miradas llenas de emociones, la joven Alicia se retira del lugar, esfumándose más rápido que el humo. Estaba molesta, así que no dude en caminar hacia donde estaba Gaby. Ella era los ojos y oídos de este lugar, así que no pensé dos veces en preguntarle sobre la relación del joven Fernández y la señorita Ferguson.

–Ella era su prometida. –Me comenta la mujer mientras pretende estar haciendo su trabajo. –Pero se dice que rompieron, porque el jefe William no estaba listo para casarse.

Yo solo suspire profundamente, ya que la vida de estas personas parecía de ensueño, no entendía como una persona como la señorita Ferguson, pueda estar llorándole a su ex prometido de esa forma.

–¿Cómo? ¿Qué él no estaba listo? -Pregunté mientras arqueaba mis cejas.

–El jefe es muy estricto, perfeccionista y es incluso neurótico. –Suspira la mujer enamorada, como si la descripción que me acababa de dar sobre su mal humor, fuera un cumplido. –Tiene estándares muy altos. Supongo que Alicia jamás pudo llenarlos.

Había una línea muy fina en poder creer saber cómo es una persona, a realmente saber quién es quién, pero en ese momento mientras hablaba con Gaby, me di cuenta que podía estar equivocada en lo que decía.  Ante mis ojos ese hombre aún era un misterio, que quería descubrí por mi sola, las palabras de Gaby por alguna razón no me hicieron cambiar de opinión. William Fernández aún era un extraño para mí.

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