Lorraine apenas cabía del asombro al estar parada frente a un gran crucero de lujo, donde ya la esperaba un séquito de empleados vestidos elegantemente.
—Ma... mamá, ¿qué es eso? —volvió a preguntar perturbada.
En ese momento, su hermano apareció portando un elegante traje y le dijo con una sonrisa radiante.
—Hermanita, ¿ya te diste cuenta la ropa que llevas?
—¿Eh?
—¿No imaginas qué es? —insistió divertido.
—No me digas que... —empezó a decir Lorraine.
—¡Exacto! —exclamó su