Clara entendía perfectamente, pero ¿cómo podía calmarse después de lo que acababa de pasar?
La Doctora le daba palmaditas en la espalda para tranquilizarla, diciendo suavemente: —No te preocupes, señor Suárez ya fue evacuado, está bien, tú también estás bien, eso ya es una gran suerte.
¿Suerte?
Pero justo ahora, había perdido a una amiga que le había sido tan buena.
El coche avanzaba a toda velocidad. A esta velocidad, solo tomaría unos quince minutos bajar de la montaña e ingresar al túnel.
La lluvia caía densamente, y los limpiaparabrisas se movían rápidamente, pero no podían despejar la lluvia que caía incesante.
La niebla en la montaña, combinada con la lluvia y el fuerte viento, hacía que conducir en estas condiciones adversas fuera extremadamente difícil.
Todos estaban muy nerviosos, y los bebés en el vientre de Clara habían estado inquietos durante un tiempo.
Clara acariciaba su vientre repetidamente, consolando a los bebés con un tono lloroso: —Mis hijos, sean buenos, no tengan