Clara agregó: —La tía tiene sentimientos por el señorito Guzmán. Si las separan a la fuerza, ella estará triste y eso no será bueno para su recuperación.
Clara era la voz de Pera, y Pera asintió emocionada. —¡Exactamente!
Isolda y Alfonso se miraron, habían logrado encontrar a su hija con gran dificultad, y además, ella seguía frágil y enfermiza. No podían permitirse dañarla.
—Está bien, escucharemos a Clara.
Alfonso miró a Joaquín. —¿Estás de acuerdo?
Joaquín dijo de manera seria: —Donde esté Pera, estaré yo.
—Muy bien, entonces partiremos para traer de vuelta a Pera.
Ya habían preparado gruesas chaquetas de plumas para mantener a Pera abrigada.
Nadie había anticipado que las cosas llegarían a este punto, ni mucho menos la relación entre Joaquín y Pera.
Alfonso y Clara iban en un automóvil, y Alfonso apoyaba su dedo en la sien, frunciendo el ceño, con un rostro lleno de fatiga.
—Clara, ¿cómo está Pera?
Clara describió la condición de salud de Pera: —Cuando la conocí en el hospital, no