Tome tu rostro entre mis manos dentro de mi habitación y te mire fijamente. —Oye, no sientas vergüenza. Mi hermana es así de indiscreta.— Bromee y reíste.
—Tu familia es hermosa.— Comentaste y estabas en lo cierto.
—Lo es, pero ven.— Te dije tomándote de las manos y te llevé hasta el pie de la cama.
Te sentaste en el borde de esta y me incline para darte un beso. Nuestro labios se fundían en un tierno y ardiente beso cuando tú te detuviste. —Quisiera ducharme antes.— Comentaste tímidamente.
—¿Y si me ducho contigo?— Te propuse y sonreíste.
—Vale.— Respondiste
Eso fue todo lo que tomo para que sujetara tu mano, te ayudara a poner de pie, y luego te tomara por la cintura para que en medio de besos fuéramos caminando hasta el baño. Cerraste la puerta, aunque no era nece