—¿Estabas alardeando delante de ella? —Felipe preguntó a Emilia con el rostro oscuro. Él pensaba que si Clara realmente hubiera querido comerlo, lo habría hecho la noche anterior aprovechando la oportunidad, y no habría esperado hasta hoy.
Emilia lo negó:
—No, no lo hice. No dije nada y ella simplemente vino corriendo a quitarme mi Radiantix, y lo comió delante de mí.
Felipe se sentía frustrado:
—Vuelve a casa por ahora, pensaré en otra manera de conseguirte uno.
Después de escuchar esto, Emilia detuvo sus lágrimas y luego dijo con tristeza:
—Pipe, esa despreciable Clara...
—¡Vete ya! —Felipe mostró su impaciencia.
Emilia, sin atreverse a decir más, se fue con los labios apretados.
Felipe, masajeándose las sienes, llamó a Tomás:
—Investiga dónde podemos conseguir más Radiantix.
Él todavía tenía uno, pero estaba destinado a su madre, así que no se lo daría a Emilia.
Clara ya había llegado a su apartamento alquilado, sintiendo cierto resentimiento.
Emilia y Sofía habían in