—Buenas madrugadas, amor, feliz cumpleaños— , dijo Paola dándole un tierno beso a su esposo para despertarlo.
—Siempre que pueda despertar junto a ti será el mejor de mis días, tú y los chicos son todo lo que siempre anhelé, ¿qué más puede pedir un hombre?, aunque, a decir verdad quiero mi primer regalo del día— , respondió Santiago tomándola por la cintura y haciéndola rodar por la cama hasta quedar debajo de él.
—No seas travieso, hoy tienes un día lleno de compromisos y debes llegar a tiempo.
Santiago miró el reloj en la mesita de noche con rapidez y con una sonrisa pícara respondió, —tenemos suficiente tiempo, amor, no te preocupes, además mi prioridad es hacer feliz a la mujer que le debo todo, mi compañera, mejor amiga y madre.
—Te mereces eso y mucho más, no solo eres un doctor excepcional e inteligente, además de buen padre y esposo.
—Mi inspiración eres tú, así que no seas mala y no te hagas de rogar, saca a este adicto a tu cuerpo de su miseria, el desearte y no tenerte hará el día más difícil.
“Tantos años juntos y aun su pasión por mi no se extingue, soy tan feliz y me siento tan afortunada”, pensó Paola.
Sonrió ante las palabras de su esposo, lo abrazó acercando su cuerpo desnudo y tibio, se besaron apasionadamente y no existieron más palabras, solo el sonido de dos respiraciones que se volvían una hasta que llegaron los primeros rayos del amanecer.
Apenas Paola abrió la puerta sus dos hijos de 8 y 10 años que esperaban en la entrada de la habitación se lanzaron sobre su padre para felicitarlo con emoción.
—Este es mi regalo, para que te retoques las canas y te veas más juvenil— , dijo Leonardo el mayor de los dos entregandole un tinte de cabello en las manos sin envolver.
—No me preocupan las canas ni envejecer, estos años han estado llenos de retos pero también de felicidad, además ¿para que pintarlas?, si los que me la hacen salir son ustedes con sus travesuras.
—Todavía falta mi regalo— , dijo Tommy apresurado entregando a su padre una foto de su familia, enmarcada, en ella los cuatro jugaban en la nieve en su últimas vacaciones en Bariloche, —Para que nunca olvides a tu familia ya sabes cómo es la vejez.
—Menos mal que no tengo problemas de autoestima, sino, acabo llorando con su pesimismo.
Paola que no paraba de reír ante las ocurrencias de sus hijos, de pronto lo abrazó, —Yo por el contrario además de un delicioso desayuno, te compré tu postre favorito en todas las versiones que existen.
—No puede ser que me compraste alfajores.
—Por supuesto que sí y de la marca Havanna que tanto te gustan.
Por eso es que te amo tanto, siempre tan detallista— , dijo Santiago dándole un beso rápido en los labios ante las caras de asco y protestas de sus hijos.
Luego de desayunar, Santiago fue el primero en salir de casa, mientras Paola apuraba a los chicos para que pudieran llegar a tiempo a sus actividades, para luego de dejarlos hacer los oficios y en el caso de ese día terminar de preparar la fiesta sorpresa para su esposo.
Al mediodía Paola fue por los chicos al colegio, —Hola, ¿Cómo les fue?— , les saludo apenas se subieron al vehículo.
—Bien— , respondieron al unísono, sin explicar mucho más y sumergiéndose cada uno en su teléfono.
—Sé que quieren revisar las redes y todo eso pero prometanme que el día de hoy van a socializar un poco más, es un día especial.
—De acuerdo, mamá— , respondió Tommy sin alzar la vista de su equipo.
Unos minutos después, Paola se estacionó, —Llegamos chicos..
—Madre, ¿qué hacemos aquí en el hospital?— , preguntó Leonardo intrigado.
—Es una sorpresa.
Tommy afirmó en tono aburrido, —Otra por el cumpleaños de papá, supongo.
— Así es, ya que la fiesta sorpresa de esta noche está completamente organizada, se me ocurrió invitarlo a almorzar si ha terminado de ver a sus pacientes de la mañana, ¿Qué les parece?
—Excelente plan, estoy seguro que estará encantado de comer juntos— , respondió Tommy el más apegado a su padre.
Leonardo también manifestó su acuerdo, —Es una buena oportunidad para pasarla juntos, a veces pareciera que no viviera en casa con tanto trabajo y seminarios.
— No es fácil ser el subdirector del hospital, me siento tan orgullosa de él pero no te niego que extraño el tiempo que compartimos juntos, pero no pensemos en eso ahora.
Apenas entraron al consultorio de Santiago la voz alegre de su secretaria por más de 5 años les recibió, —Hola, señora Fernández, ¿Cómo está?, ¿Y ustedes chicos?, tiempo sin verles por aquí.
—Bien, te envié un poco de lasaña el lunes, espero que la disfrutaran tu madre y tu.
—Por supuesto, estuvo deliciosa, mi madre va a llamarla para pedirle la receta.
—Con gusto se la comparto, por cierto, ¿Dónde se encuentra mi esposo?
—Me dijo que estaría reunido por una hora y nada más, no lo tengo agendado así que no se donde puede estar.
—Justo hoy que venimos de sorpresa, ni modo, te encargo a mis niños unos minutos para que recuerdes los viejos tiempos cuando los ponías a dibujar y te dejaban la oficina revuelta
—¿A dónde vas ahora madre?— , preguntó Tommy curioso.
—Voy a dar una vuelta para ver si lo encuentro ya que tiene el teléfono apagado.
Mientras caminaba observando con atención cada lugar de pronto escuchó una voz profunda y aterciopelada a su espalda, —La hermosa señora Fernández, tanto tiempo sin verte, estás tan bella como siempre— , la saludo el Dr Valverde jefe del área de psicología del hospital dándole un pequeño beso en cada mejilla.
—Tu siempre tan adulador Mateo, con los años no has cambiado nada.
—No son mentiras, yo siempre…., te he admirado.
—Bueno se me hace tarde, ¿habrás visto a mi esposo por casualidad?, fui a su consultorio y no estaba.
—Si, lo vi entrar en ginecología hace una media hora, quizá todavía está allí.
—Gracias por la indicación nos vemos luego.
—Siempre a tu orden para lo que necesites— , respondió mirándola pensativo mientras se alejaba.
Paola caminó con rapidez sin dejar de percibir los cambios a su alrededor, en aquel hospital había conocido a su esposo cuando hacía la residencia y ella hacía las prácticas de enfermería, allí lo había visto crecer profesionalmente y convertirse en uno de los mejores cardiólogos del país, así que era parte de su historia.
Apenas llegó al área de ginecología saludo a la secretaría, —Hola, buen día.
—En qué puedo ayudarle, ¿Desea una cita?
—No, yo…
—¿Es una paciente nueva o regular?, ¿viene a entregar resultados?, disculpe tantas preguntas pero es que apenas tengo una semana trabajando aquí.
—No te preocupes, pero en realidad estoy buscando al Dr. Fernández que me dijeron que estaba aquí.
—Ah si, no puedo interrumpir la consulta, se encuentra adentro con su esposa embarazada, ya debe estar por salir de la consulta, si lo desea esperar puede sentarse.
El mundo de pronto se detuvo y Paola sintió como si dejara de respirar, “¿Cómo que su esposa y además embarazada?, tiene que ser un error, seguro la chica como es nueva no sabe de quien le estoy preguntando”.
—Te lo agradezco pero mejor iré a esperarlo a su consultorio— , Paola caminó a la salida del lugar pero en ese momento se abrió de pronto la puerta del área privada y no pudo evitar girarse.
“Oh Dios”, exclamó Paola mientras se escondía detras una puerta, con una mano en la boca para silenciar sus palabras.
Mientras tanto a las afueras de ginecología a través de la pared de vidrio una foto era tomada por un celular con las manos temblorosas.