Mi mente se ha convertido en mi gran aliada y compañera. Poco a poco me he ido librando de parte de mi pasado, olvidando aquellas partes que evitaban que me convirtiera en la mujer que quiero y deseo ser. Lo he ido logrando con mucho trabajo y esfuerzo, pero los resultados son más que satisfactorios.
El teléfono comienza a sonar mientras me desplazo en la limusina para regresar a casa. Una emocionada sonrisa se dibuja en mi boca en cuanto veo la imagen que aparece como fondo en la pantalla. Una foto de nosotros dos, abrazados en la cama y sonriendo felices como un par de tontos enamorados.
Por supuesto, no ha sucedido nada entre Massimo y yo, pero no se puede ignorar, así como así, la fuerte atracción que estalla y echa chispas cuando estamos cerca. Es poderosa y magnética. Nos atraemos como los polos opuestos, congeniamos y encajamos, al igual que lo hacen las piezas de un rompecabezas. Lo más importante de todo, es que confiamos y nos sentimos a gusto el uno con el otro.
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