Bruno, molesto, se pasó la mano por el cabello y explicó con mucha impaciencia.
—Ese día tenía cosas que hacer, no podía acompañarte, así que lo dije. ¿Quién iba a pensar que lo recordarías tan bien?
—Y además te la pasaste tanto tiempo con ese Julio. — Apretó los puños con mucha fuerza, mostrando mucha frustración.
—Aléjate de él. Si no fuera por esto, nunca me habría dado cuenta de lo mucho que le gustas.
Mientras lo escuchaba hablando solo, no pude evitar soltar una risa muy burlona.
—¿No crees que yo lo recordaría tan bien?
—Yo no lo creo.
Lo miré fijamente mientras sacaba mi celular y reproducía un video que había descargado del correo durante la comida.
A medida que el video avanzaba, Bruno se fue sorprendiendo poco a poco. Cuando terminó, me miró con una sonrisa forzada y torpe.
—Amor, ¿quién te mandó ese video?
—No lo creas, estaba borracho, hablé sin pensar.
Guardé mi celular y lo miré, completamente tranquila.
—Bruno, ¿sabes? Ese día, cuando recibí este video, fue que corrí