La culpa de lo que vivió, la consumía poco a poco, haciendo que perdiera todo interés por la vida. Sin rumbo y sin dirección, ella decidió encerrarse en su propio mundo, para que nadie la volviera a lastimar. La terrible soledad a la que él se enfrentaba, hacían que cada día respirar le doliera más. Provocando que cerrara las puertas al amor, y se hundiera en un mundo sombrío, y lleno de soledad. Ambos compartían un vacío que desconocían. Un dolor que no imaginaban. ¿Será que del sufrimiento y las cenizas puede resurgir un sentimiento que ambos creían muerto? Obra registrada en Safe Creative Código de registro: 2108269044198. Queda prohibido las copias, adaptaciones, transcripciones, sin mi autorización.
Leer más****
Guadalajara, Jalisco.
Clarissa descendió hacia el comedor del convento en el que vivía, su rostro reflejaba una alegría especial, ya que en unos minutos Armando, su novio pasaría a recogerla. Su corazón latía agitado lleno de emoción después de un par de semanas de no verlo.
Caminó hacia donde se encontraba Sor Carmela, quien estaba limpiando la mesa y mientras lo hacía movía los labios, como si estuviese hablando sola.
Clarissa se aclaró la garganta.
— ¿Te interrumpo un momento? —cuestionó.
—No, claro que no —la mujer respondió, entonces dirigió su mirada hacía la chica y sonrió con ternura—. Luces hermosa —indicó recorriendo con su apacible mirada el lindo vestido en tonó beige, con cuello en V, de manga corta y lindos botones al frente.
— ¿No se te hace muy corto? —Clarissa cuestionó dudosa.
Sor Carmela sonrió y se acercó a ella.
—Ay niña, la monja aquí soy yo —expresó divertida—. Tu vestido es perfecto. —Señaló al llegarle justo arriba de la rodilla—. Voy a revisar la cena —indicó y se alejo.
Clarissa suspiró, entonces giró su rostro y observó ingresar a su novio. Su corazón se agitó al tenerlo ahí. El joven sonrió y se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos.
—Te eché de menos —Clarissa refirió.
—Yo también —él respondió, aspirando su dulce aroma—. Te tengo preparada una sorpresa. —Beso el dorso de su mano, justo donde ella lucía su bonito anillo de compromiso.
Clarissa suspiró profundo llena de emoción. Observó que no estuviera nadie cerca y le robó un beso. A continuación ambos salieron dispuestos a pasar un agradable momento.
***
Horas más tarde.
Clarissa caminaba algo aturdida entre las oscuras calles de la ciudad, con un par de golpes sobre sus mejillas. Su mente no podía dejar el recuerdo de aquellas palabras dirigidas a ella:
«Eres una mujerzuela provocadora».
Su corazón palpitaba con fuerza. Todo era confusión, sintiéndose perdida y sin esperanza alguna, por unos instantes pensó en arrojarse a los autos que transitaban por la vía, pero algo en su interior; no se lo permitió. Presionó sus párpados y liberó las lágrimas, que nublaban su visión. Se abrazó a sí misma y prosiguió su camino hacia el convento, donde residía.
Desde aquel día la luz que aquella joven emanaba, se apagó. El eco de sus risas dejó de escucharse en los pasillos del convento. Entonces una sombra llena de tristeza y dolor se apoderó de ella, además de un gran remordimiento, llamado: culpa. Se encerró en la pequeña habitación que habitaba; quedando su espíritu atrapado en una gran marea de tinieblas, resignándose a ser esa nueva mujer, con el alma y los sueños, rotos.
***
Santiago de Querétaro.
Las escurridizas manos de una atractiva mujer, desabrochaban con habilidad los botones de la camisa de Fernando Ponce. En cuanto lo hizo, retiró la prenda de aquel atractivo hombre que tanto le gustaba. Desde que lo vio por primera vez; después de que lo presentaran como el nuevo director, de la importante compañía: “Ponce y Asociados”, hace ocho meses, ya.
Los desesperadas dedos de aquella mujer se acercaron en el instante y acariciaron el firme pectoral de él, de inmediato acercó sus labios y buscó besarlo con urgencia.
Fernando colocó las manos en su pequeña cintura y correspondió a aquellos besos, dejándose llevar. Buscando alejarse de aquel permanente vacío, por el que atravesaba desde hacía dos años.
Mientras tanto aquella anhelante joven, fue dirigiéndolo a la cama, y comenzó a descender sus manos hacia su entrepierna y a llenarlo de caricias.
—Te juro que esta noche, la pasarás tan bien, que solo me recordarás a mí —afirmó elevando una ceja. Poco a poco los labios de ella ascendieron hasta llegar a su pectoral, luego de que se subió a horcajadas sobre él, introduciendo en su centro su masculinidad—. Eres el hombre más atractivo y enigmático con el que he estado —refirió mientras comenzaba a agitar sus caderas.
Minutos después de que ambos llegaron a la cima, la mujer comenzó a dar pequeñas caricias con las yemas de sus dedos.
— ¿Cuándo podremos subir de nivel? —indagó curiosa.
Fernando rodó los ojos y se levantó de la cama para vestirse.
—Desde un inicio quedamos que sin compromisos —respondió con su masculina voz.
— ¿Acaso hay otra en tu vida y solo juegas conmigo? —mencionó viéndolo a los ojos.
—Solo salgo contigo —expresó con sinceridad—. Si deseas podemos acabar con esto de una vez —mencionó con determinación.
—Por supuesto que no. No te dejaré ir con tanta facilidad —respondió. «Haré todo por conquistarte», pensó para sí misma.
***
Más tarde.
Fernando llegó a su apartamento, lanzó el bléiser de su traje sobre uno de los sillones. Se dirigió a la cantina, sirvió whisky a su vaso y bebió de golpe sintiendo como quemaba en el interior de su garganta.
Al ingresar a su habitación, la sensación de soledad lo abordó de nuevo, entonces el recuerdo de quien fuera su prometida lo comenzó a abrumar. Estando a unos meses de contraer matrimonio, ella desapareció de su vida, y él quedó devastado. Pensó en la pregunta que le hizo la chica con la que salía y resopló.
—No me volveré a enamorar, jamás. —Presionó con dureza sus puños y liberó aquellas lágrimas, sintiendo como su corazón quemaba ante todo el dolor que aún corría por su ser—. Es mejor una relación sin compromiso, así nadie sale lastimado —refirió completamente convencido.
«El amor, no se hizo para mí, ya lo tuve una vez y dejó huellas imborrables como la de un feroz tornado que te arrebata hasta el último suspiro», aquella sensación recorrió cada fibra de su ser. Se dejó caer sobre aquella vacía cama, compañera de gran su soledad.
***
Sean bienvenidos a esta sencilla historia basada en la resiliencia: Resurgir ante las adversidades. Espero que la disfruten y sea de su agrado. Te invito a que dejes tus comentarios que con gusto responderé, en la zana de reseñas.
Saludos desde mi México, lindo y querido.
Días después. Cientos de pétalos de rosas, rojas se encontraban esparcidos enmarcando un camino desde la entrada de uno de los más exclusivos restaurantes de la hermosa ciudad queretano, guiando a la pareja hasta la cúpula que se encontraba forrada de hermosas flores. Gran cantidad de adornos de cristal con velas en el interior, fueron colocadas sobre todas las mesas, haciendo que la tenue luz, hiciera del momento algo más íntimo y especial. Clarissa pasó sobre los pétalos de aquel camino trazado, con los ojos vendados. Fernando la guiaba sosteniendo de su mano, pendiente de que no fuera a tropezar, al llegar a aquella bóveda; descubrió sus hermosos ojos color esmeralda. La joven separó los labios, sorprendida al ver cada detalle de aquel lugar. Su mirada se cristalizó ante la emoción. —Es hermoso —susurró. —Me emociona que te guste —comentó, sin poder
Un par de días después. Clarissa fue dada de alta del hospital, llegaron a la casa donde se encontraba viviendo Hugo, ahí se quedarían, para que no estuviera sola en ningún momento. Entre Lucy y su tío la cuidarían mientras Fer salía a la oficina. Fernando se encontraba en la empresa que había sido de Carlos, con Memo, recién llegaban de presenciar el juicio en contra de su padre, al cual debido a los elementos reunidos, lo encontraron culpable de homicidio de cuatro personas, dentro de ellas Montse, por lo que no le alcanzaría la vida para pagar por lo que hizo, además de comprobarse los fraudes que realizó. El joven no pudo evitar sentir gran tristeza al saber que su padre, era el peor de los hombres, sobre la faz de la tierra. Estaba revisando algunos documentos cuando encontró algunos expedientes que lo dejaron helado. —No lo puedo creer —expresó aterrado, mirand
Un par de horas después. La observaron salir. Fernando sintió un descanso al verla caminar sana y salva, no la imaginaba encerrada con verdaderos criminales. Lucy giró su cabeza y observó a Fer parado viendo hacía la puerta que estaba atravesando. Sonrió con timidez. Él correspondió a ese gesto. —Listo licenciado, se han levantado los cargos en contra de la señora Luz Reyes. Fernando lo miró y agradeció, despidiéndose del abogado. Caminaron hacia el auto de Fernando, él le abrió la puerta para ayudarla a entrar. Una vez dentro, se quedó mirándola, esperando una explicación. — ¿Cuánto te debo por haberme sacado? —Lucy preguntó. Fernando ladeó los labios sonriendo. Volteó a verla, no pudo negar que sentía gran afecto hacia ella, además que lo que hizo, fue por el cariño a Clarissa.
Fernando y Hugo esperaban a Clarissa, charlando un poco, se les comenzó a hacer extraño que no bajara. Le llamaron en un par de ocasiones, pero no respondía. Así que decidieron subir al departamento, para buscarla, ingresaron al ascensor, extrañados de que no llegara. Al salir del elevador escucharon gritos, de inmediato Hugo y Fernando corrieron en dirección de este… Todo lo que vieron fue en cámara lenta: Alicia soltándole golpes a Clarissa, intentando llevarla hacia las escaleras de servicio. Fernando logró darse cuenta que no faltaba mucho para que lo hiciera. Un fuerte escalofrío lo recorrió al ver en peligro a Clarissa, notó como su mujer trataba de proteger su vientre, sin importa que Alicia la golpeara por otras partes del cuerpo. Escuchó como se quejó aquella mujer cuando su chica, la mordió —Estúpida esta mordida te va a costar muy caro. —Le proporcionó un par de bofetadas, de las que Clarissa no p
Después de pasar dos semanas en compañía de la familia de Clarissa, regresaron a la ciudad de Querétaro. El vuelo fue de lo más divertido, escuchando a Lucy quejarse por temor. Fernando llevó a su tío y a Lucy a su respectiva casa. Luego se dirigió con Clarissa a su departamento, sintiendo gran emoción de volver a estar juntos en su hogar. Al llegar al apartamento la chica observó a detalle cada lugar del espacio que compartían. Sonrió con emoción, al sentirse en casa —Extrañé tanto tu piso. —Suspiró profundo. —No era lo mismo sin ti. —Acarició su mejilla. Fer tomó de la mano a su chica, recorriendo cada rincón como si fuese la primera vez que ingresaban al apartamento. —Me siento tan dichoso— Ambos tomaron asiento en la sala. Permitiendo que la luz de la luna ambientara el interior. Clarissa dio una mirada hacia el ventanal
Luego de salir del hermoso lugar en donde residía la familia de la joven, Fernando se dirigió a su auto y le abrió la puerta como el caballero que era, le ayudó a subirse. Condujo hasta llegar al hotel. Durante el camino tomó un par de veces el dorso la mano de su chica y lo besó. Después de que aparcó el auto y descendieron ella se dejó guiar por él, tomando el ascensor, en donde no se resistió y la acercó. —Te amo, te necesito tanto. —La besó de forma apasionada. —Y yo a ti —Clarissa correspondió, sin dudarlo un segundo, ancló sus brazos al cuello de él. Hasta que las puertas del elevedor se abrieron y fueron descubiertos por uno vacacionistas, quienes sonrieron al ver su demostración de afecto. Ambos se sonrojaron y siguieron su camino, hasta llegar a la habitación. —Pasa —expresó con suavidad. Fernando se quedó observánd
Último capítulo