-ASS-
Habíamos pasado un rico almuerzo con Enrico y su hija Lucía, disfruté cada plato hecho, con el mayor beneplácito. Es que la comida de este viejito no tenía comparación. Nos acompañaron a la mesa y la verdad no me sentí mal de estar en mi primera cita con Enzo disfrutando de mis amigos. Además, se lo debía a mi viejito. Estaba tan contento con nosotros que sus risas y cariño me bastaban para saber que Enzo y mis hermanos estaban haciendo un buen trabajo. Después de terminar nuestro rico postre de Tiramisú nos levantamos para irnos, eran casi las cuatro de la tarde y mi Miele le había prometido a mi mamá llevarme temprano.
Nos despedimos de Enrico y Lucía y prometimos que, después del viaje a París, volveríamos para comer pizzas a la piedra y tomar muchísima limonada. Enzo, como todo un caballero, no aceptó que no le cobraran y colocó su tarjeta negra en la caja, me reí por sus actitudes, pero es que ese era Enzo, el que estaba conociendo y del que me ... «No Alma, todavía no, p