-Enzo Di Rossi -
-¿Dime que esto no es un sueño? - ¡dios!, esta mujer me iba a matar. Confesarle, aunque no todo, lo que estaba sintiendo por ella y que sí la conocía ha sido liberador. Cuando me miró molesta después de que ella me dijera que le gustaba y yo empezara con mi discurso me asustó. No quería perderla recién habiéndola encontrado, pero debía decirle algunas cosas, como mi relación con su familia.
Y, nuevamente, mi fatina me sorprendió, en vez de escapar lejos de mí, me dice que ella sí será una pretendiente tóxica y qué quieren que les diga, eso me prendió a full.
-No lo es, miele...
-¿Cielito?
-¿Qué? ¿No te gusta? - me dice mientras suelta una risita sin dejar de mirarme.
-Me encanta.
-Entonces ¿Dónde vamos, miele?
-A tu casa - le respondo y veo que quiere hacer un puchero -. Alma...
-Pero, pero nos vamos a separar y no quiero.
-Ah, cara mía, no comas ansias, ya te dije que no quiero apurar las cosas - intento mediar con ella, pero es más terca que una mula.
-Ere