— La carne sintética es asquerosa, yo quiero un animal de verdad.
Loviane sigue escuchando a su hermano quejándose de su terrible desayuno, pero no hay nada que pueda hacer al respecto.
Para evitar la extinción de otras especies los Alfas tienen prohibido salir de cacería, pero eso no era algo particularmente importante para su hermano mayor, Kael. Quien lo hace por mero disfrute personal.
— Por razones como esta es que está prohibido cazar en épocas que no sean de reproducción.
Loviane recibe las flechas que Kael le da, mientras esperan a que los demás lobos busquen y recolenten a los animales muertos.
— Tal vez fueron cinco o seis conejos, son muy rápidos, trata de igualar eso.
Loviane suspira, junto a su hermano Kael se adentra un poco más en el bosque, apuntando a su objetivo y disparar fallido solo para asustar al pequeño ciervo, aunque eso implicó escuchar la risa soberbia de Kael burlándose de él.
— Tanto tiempo estudiando y no has mejorado nada tu puntería, Lane. — Se burla, despeinándole el cabello. — Si quieres convertirte en el próximo líder tienes que desarrollar mejor tus habilidades de cacería.
— No me llames así. — Responde Loviane, apartando de un manotazo la mano de Kael.
Kael no se enojó por el carácter temperamental de su hermanito, al contrario, sonrió y rodeó sus hombros con el brazo.
— Se acerca la temporada de la luna roja, ¿No te sientes emocionado?
— No particularmente.
— La luna roja es señal de prosperidad y buen augurio, será el momento perfecto para nombrar al próximo líder. — Kael toma otra flecha, atravesando despidadamente a un ave que iba surcando por el cielo. — ¡Mira! Un gorrión, ¿Debería tener puntos dobles por lo pequeño que es?
— Eres un bastardo.
— ¿Ahora soy un bastardo? Antes decías que era el mejor hermano del mundo.
Kael, viendo las intenciones de Loviane de rescatar el ave que estaba agonizando en sus manos, le quitó la flecha y se lo lanzó a los lobos para que lo devorasen.
— Eso fue antes de que te convirtieras en el hijo de puta que eres ahora. — Loviane apretó las manos.
Kael volvió a reírse, como si hubiera escuchado la broma más divertida del mundo.
— Lo creas o no, matar está en nuestra naturaleza, fluye por nuestra sangre. Garantiza nuestra supervivencia, incluso cuando tratas de nadar tan desesperadamente contra la corriente, pronto te cansarás y darás cuenta que no hay nada que podamos hacer.
— ¿Para qué me llamaste, Kael? — Loviane decide ir al grano, incapaz de seguir esucchando ese discurso arrogante.
Kael pareció reaccionar de inmediato.
— Oh, es cierto. Parece que hay unos bastardos causando problemas, hacer eso en mi territorio es considerado una traición... Ya sabes qué hacer, perro loco de los Blackwood.
— Me llamas aquí para que me ensucie las manos en tu lugar de nuevo, ¿Por qué no me sorprende?
— Porque tu deber es mantener seguros a todos y libres de amenazas, matar a sangre fría... Lo haces mejor que nadie. No por nada te llaman por ese apodo tan tonto: El perro loco sediento de sangre de los Blackwood.
Kael carcajeó más fuerte, incluso sujetando su estómago debido a la risa incontenible, sin embargo, su risa cesó de repente cuando una flecha a toda velocidad le hizo un corte en la mejilla al pasa un costado, clavándose a un árbol tras él.
— ¡¿Qué diablos?!
Loviane bajó el arco lentamente, sus ojos aún fijos en Kael. La tensión entre ambos era palpable, como una fuerza invisible que los mantenía separados.
— Una ardilla. — Loviane sonríe, Kael se gira para voltear a ver al animal atrpado contra la flecha y el tronco del árbol. — ¿Cuántos puntos me dan por eso?
Loviane permaneció un instante más observando a Kael, su mirada cargada de emociones que no podía o no quería expresar. Luego, con un movimiento lento y deliberado, se giró y se alejó, dejando a Kael solo en aquel claro del bosque.
Loviane visualiza a Carlos, su mano derecha y mejor amigo, no dice nada pero le entrega el arco y las flechas en las manos, su rostro permanece visiblemente molesto.
— ¿Qué sucede? ¿Estás enojado porque perdiste de nuevo?
Loviane lo miró mal.
— Mis flechas todavía están buscando objetivos, ¿Quieres ser el siguiente?
— No.
Carlos observó con preocupación cómo su amigo se alejaba, la espalda rígida y la cabeza alta. Lo conocía demasiado bien y sabía que esa actitud no presagiaba nada bueno. Sin dudarlo un instante, echó a correr tras él, tratando de acortar la distancia que los separaba.
— ¡Loviane, espera! — gritó Carlos, con la voz entrecortada por el esfuerzo. — ¡Tenemos que hablar! ¿Por qué estás tan enojado?
— Ese bastardo de Kael, ni siquiera es capaz de limpiar su basura apropiadamente.
Carlos suspiró, subiéndose también al vehículo. No era necesario preguntar nada más, Kael con su simple presencia lograba poner de mal humor a Loviane, una historia vieja llena de rencores que nunca terminaba.
En el vehículo, el ambiente era tenso. Loviane seguía furioso, mirando por la ventana, perdido en sus pensamientos. Carlos conducía en silencio, esperando el momento oportuno para hablar.
— Loviane, sé que estás enfadado...— comenzó Carlos, con voz suave, — pero tenemos que hablar de algo importante.
Loviane no respondió, ni siquiera se giró a mirarlo. Carlos suspiró y continuó:
— Tu celo se acerca, Loviane. Sabes que necesitas una omega pronto.
Ante estas palabras, Loviane se giró bruscamente hacia Carlos, con los ojos llenos de ira.
— ¿Tú también empezarás a decir tonterías, Carlos?
— No son tonterías, señor, su celo es una necesidad bológica importante y necesita de una omega para satisfacerlo, sería bueno también que pudiera establecerse y crear un vínculo, tal vez una familia luego y-
— Cierra la puta boca. — Advirtió Loviane. — Eso no va a pasar, nunca pasará.
— Señor, el doctor ya le advirtió que está creando resistencia a los supresores de celo y tantas medicaciones son perjudiciales para su salud, un omega puede ayudarlo a estabilizar sus feromonas.
Loviane regresó a mirar por la ventana.
— Esta parte de mí que no puedo controlar me enferma, mi vida sería mejor si fuera un simple beta. No tendría que participar en toda esta m****a.
Los omegas recesivos eran demasiado débiles como para soportar las feromonas de un dominante alfa, aunque tampoco era imposible, las feromonas de Loviane eran demasiado intensas como para que pudieran soportarlas, únicamente un omega de sangre pura lograría estabilizar sus feromonas dominantes descontroladas. Y se consideran extintos desde hacia mucho tiempo atrás al punto de convertirse en criaturas exóticas.
Una relación con un omega común no solucionaría nada.
— ¿Debería buscar a esa linda omega que parecía estar muy enamorada de usted el otro día? Te detuviste a mirarla por más de tres segundos.
Loviane gruñó.
— Carlos, si sigues hablando tonterías no me quedará más remedio que cortarte la lengua.
Y, conociendo perfectamente a ese Alfa de mal temperamento, sabía que podría cumplir perfectamente con su amenaza, así que Carlos prefirió seguir conduciendo silenciosamente.
(***)
Las calles escasamente iluminadas durante la noche se encontraban sospechosamente silenciosas, los paso pesados de Loviane y Carlos resonaban conforme avanzaban al mismo tiempo que crecían sus sospechas sobre algo que estaba pasando.
— Esos bastardos no están jugando en su lugar de siempre, ¿Qué están haciendo entonces?
— La última vez les diste una buena advertencia, no creo que sean tan tontos como para haber regresado.
El incremento masivo de los ataques durante las últimas semanas se había convertido en un verdadero dolor de cabeza para Loviane, el responsable de salir de cacería todas las noches, haciendo todo el trabajo sucio.
— ¡¿Podrías avisar antes de convertirte en un lobo?! — Carlos se quejó, teniendo que recoger rápidamente la ropa de Loviane que salió disparada por todos lados.
Por inercia, el instinto de Alfa hace retroceder a Carlos ante la presencia dominante de Loviane, había visto aquel pelaje oscuro y esos ojos rojos sedientos de sangre miles de veces y seguía sintiendo escalofríos.
— ¡¿A dónde vas?!
El Olfato de Loviane incluso es más desarrollado que el de un lobo promedio, el olor putrefacto de la sangre en el suelo llegó a sus fosas nasales y no dudó en salir corriendo, dejando a Carlos atrás, intentando igualar su ritmo.
Quejidos lo suficientemente bajos de una persona que se había resignado a su destino, un sucio Alfa que se había atrevido a ponerle las manos encima a alguien en su territorio fue más que suficiente para hacerle perder los estribos.
Loviane saltó, en sus inmensa fauces apretó el cuello de aquel hombre de un mordisco y lo aterrizó contra el suelo de un estrellón, los gritos de esa persona muriendo se convirtieron en el motor de su retorcida mente, abriendo el hocico solo para darle la falsa esperanza de salvar su vida y apretarle más la garganta cuando intentara escapar.
La diversión termina cuando escucha el crujido de los huesos indicándole que le había triturado el cuello.
— Señor, sus feromonas están ahogando al omega. — Trató de advertirle Carlos, quien revisaba los signos vitales de la joven temblando pálida como una hoja de papel. — Es una recesiva, por lo que veo.
Loviane bufó, soltando al tipo para controlar sus fermonas y permitir que la omega escape despavorida, una reacción a la que estaba acostumbrado.
Cuando no escapaban de él enloquecían al punto de querer aparearse a toda costa.
— Bien, ¿En qué estábamos?
Con el camino ahora despejado, no había nada que pudiera detenerlos.
***
— ¿Era necesario sacudirte la sangre como si fueras un perro? — Carlos se sienta a limpiar sus anteojos tintados de sangre salpicada en el suelo.
Loviane le arroja un cadáver a lado, haciéndolo dar un salto del susto.
— ¡Oye! ¡¿Acaso quieres matarme de un susto?!
Carlos se ve obligado a dejar sus quejas de lado cuando Loviane alza la cabeza de repente, sus orejas parecen apuntar a una dirección y un escalofrío repentino invade su columna y le eriza el pelaje.
De repente, un crujido resonó bajo su pata: ¡había pisado una manzana a medio comer! La fruta se había desparramado bajo su peso, dejando al descubierto su presencia.
Inmediatamente, Loviane se puso alerta.
Alguien más estaba allí, oculto entre las sombras. Loviane no había notado su presencia hasta ahora, lo que significaba que era un oponente astuto y silencioso.
''¿Por qué te tardaste en darte cuenta?'' Le comunica Carlos, Loviane niega saber algo al respecto. ''¿Qué harás si intenta acusarnos?''
Las feromonas de Loviane se intensificaron, necesitaba eliminar rápidamente cualquier tipo de evidencia, cualquier rata sucia escondida allí no sería capaz de soportar su presencia y serían inmovilizados por el pánico y la desesperación. Loviane se preparó para atacar a su presa. Sin embargo, al abandonar su forma de lobo y saltar, se dio cuenta de que no había nadie detrás del contenedor de basura. La sorpresa lo invadió al descubrir que su instinto lo había llevado a atacar a un enemigo imaginario. La tensión en el ambiente se disipó, dejando a Loviane perplejo y desconcertado ante la ausencia de su supuesto oponente.
— ¡Loviane! ¡¿Te volviste loco?! ¿¡Pensabas enfrentarte desnudo?! ¡¿Cómo vas a transformarte así?! — Carlos se apresuró a cubrir su cuerpo desnudo con una manta, entregándole la ropa. — ¿...No hay nadie?
Loviane se agacha para alcanzar algo del suelo, un colgante que brillaba de un color rojo intenso que ocultó entre la ropa que le entregó Carlos.
— Esos imbéciles se están empezando a comportar como escoria, si las cosas continúan de este modo la guerra entre clanes no terminarán nunca.
— No terminará de igual forma, ellos solo quieren que me case con la hija del líder de la otra manada para formar una alianza, creen firmemente que Kael me elegirá como su sucesor durante la luna roja.
— ¿No es eso algo bueno? Escuché que era una omega dominante muy hermosa.
— Es recesiva, y un dolor en el culo.
Carlos suspira. — Creo que es momento de que aceptes que Kael realmente piensa nombrarte sucesor, tienes mejores habilidades que nadie ¿Por qué te aignaría estas labores si no es porque eres el elegido?
Loviane desvía la mirada hacia la ventana. — Es más como si solo me quisiera mantener cerca para poder matarme en el momento perfecto.
— No diga eso, señor.
— Conozco a mis hermanos también. — Loviane lo interrumpió de nuevo. — Ninguno de ellos me dejará en paz.
Mientras Carlos conducía, Loviane permanecía en silencio, absorto en la contemplación del amuleto rojo brillante que había encontrado en la escena. Sus pensamientos se centraban en la forma de localizar a quien lo había dejado caer al huir. La joya, con su intenso brillo y su diseño intrincado, parecía contener la clave para dar con el paradero de su escurridizo objetivo. Loviane repasaba mentalmente cada detalle de la escena, buscando alguna pista que pudiera haber pasado por alto.
El extraño amuleto, sin duda, era un elemento crucial en la búsqueda, y Loviane estaba decidido a seguir su rastro hasta dar con la rata que lo había perdido.