— Papá, ya me voy al trabajo. — Selena se despide de su distraído padre con un beso en la frente. — Pórtate bien, ¿De acuerdo? Trataré e volver cuanto antes.Su padre, como siempre, no le respondió.La muerte de su esposa fue la gota que derramó el vaso. El padre de Selena, un hombre fuerte y orgulloso, se derrumbó ante la pérdida de su amada. La pena lo consumió por dentro, y su mente se nubló en un torbellino de dolor y demencia. Comenzó a vagar sin rumbo por los bosques, hablando solo y delirando sobre la luna roja y los espíritus ancestrales. Sus ojos, antes llenos de vida y amor, ahora reflejaban la locura que lo consumía.Selena observaba a su padre con el corazón destrozado, incapaz de comprender la magnitud de su sufrimiento. La niña que una vez fue, se había convertido en la cabeza de familia, asumiendo la responsabilidad de cuidar a su padre y tratar de devolverle la cordura.— Escuché que me estaba llamando, señor D.Selena abre cuidadosamente la puerta de la oficina de su
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