Maxin.La alarma del reloj resonó en mi muñeca indicando la hora de abandonar la habitación.La noche anterior la postergué diez minutos para que no timbrara por completo, por ende, Rebecca dudaría el no encontrarme temprano en la cama. Era el momento de pasar a mi habitación, hostigado conmigo mismo en la situación que me encontraba.Mierda.Concibo mi alrededor encontrándome con la vista perfecta. Sin duda, no hay nada mejor que verlas dormir. Cerca de mí permanecían las mujeres la cual arriesgaría mi puta vida si llegara a hacer necesario. Maya tiene el cabello pegado a la frente con la boca entreabierta soltando leves ronquidos; Elizabeth duerme abrazada fuertemente a la almohada como si se fuese a ir a algún lado. Si contara con la oportunidad de pedir un deseo sería despertar con ellas, sin embargo, ya el reloj marcaba la hora de marcharme.Con sutileza me escabullo como un completo idiota. Se me ocurre la magnífica idea de fotografiarlas dos veces para guardar el teléfono y m
Maxin.Pasados cuatro días.El analizar frustra mi cerebro porque sé que es conveniente casarme con Rebecca, tenga las dificultades que tenga. Mientras que Elizabeth... Joder, ella simplemente logra cautivarme con su sola presencia, me está llevando al límite que no tenía previsto, aún no, aunque el tener que desearla cada día se me dificulta. He estado perdiendo la cabeza sin negar que estoy sumergido en mis pensamientos con nombre y apellido. Intento mantener la concentración, el equilibrio en la oficina de lo más seguro. Con solo verla necesito besarla, follarla duro encima de mi escritorio sin necesidad de malgastar palabras, que ruegue fijándose en lo que juntos hemos provocado.Me enfoco en evitarla, ella también procede a hacerlo, por ende, ninguno de los dos intenta acercarse. Nadie quiere salir perjudicado. Los dos tenemos en cuenta que si resultara otra persona que la mirara o tocara de la misma forma que lo hago yo me causa tensión desenfrenada.La he estado indagando, nec
Elizabeth.Dialogaba fluidamente con Maya que había estado estremecida una vez mi confirmación para ir a la fiesta situada en una discoteca cerca de la ciudad. Ella rogaba en silencio que llegara la noche, reluciría el vestido más extravagante.—Hoy mis expectativas en los hombres son extremadamente altas. Brindaremos por todo aquello que no debió suceder jamás, pero fue justo para aprender de una lección.—gira a un costado de mi guiñándome el ojo.—Al parecer con esa mirada me dices: Ya sé mucho, nací siendo experta. Permíteme adquirir conocimientos atroces y hábiles, me serán fundamentales.La contemplo en otro ángulo y es muy bonita; inteligente, sus pecas resaltan en las mejillas junto al cabello rojizo que le da un contraste impecable con su tez. Maya es hermosa.—Lo que debemos hacer es elegir el atuendo, las horas corren y nosotras no estamos en trámite.—resoplo mordiendo el bolígrafo.—Tal vez unos vestidos cortos acordes a la cintura, nada ostentoso, pero menos sencillo.Entrec
Elizabeth—Dispongo del grandioso privilegio al mirarte en este vestido. Yo nunca pierdo el tiempo cuando sé lo que me favorece, Elizabeth.—cuestiona mi estúpida forma de razonar con sus últimas palabras.—Por cierto, me encanta ese escote, pero aborrezco el hecho de que resalten tus senos. No tienes la culpa de ver a otros morir, la tienen ellos por tener la vista donde no deberían. Ellos son míos.Retrocedo en pasos pequeños tragando nuevamente, distraigo mi mente capacitada para olvidar los momentos importantes, siendo este uno de ellos.Me está tentando con toda la intención.«Valor, cordura, no pierdas la postura, Elizabeth.»—Detente, Maxin, no sigas.—¿Por qué? ¿Cuál es la razón?—Ya está, deja de joderme cada vez que tienes la oportunidad.—se desplaza eliminando el mínimo espacio entre nosotros alzando la tela blanca presionando mi intimidad.Dejo escapar un vulnerable sonido y cierro de golpe las piernas con su dedo dentro.—No, muñeca. Abre las piernas.—Exige con la voz grues
Maxin—¿A qué se debe tu estancia el día de hoy para quedarte en la casa de Elizabeth, Maya? Debe ser muy importante.—articulo sabiendo la respuesta. Estaciono el auto frente a su apartamento que mantiene con código de seguridad al entrar y al salir de la propiedad. De esto mismo me he encargado priorizando lo que he dejado a medias. Aclaro mi garganta recargando mi brazo en la puerta esperando una respuesta que nunca llega. Se bajan apresuradas como si se les estuviera escapando el tiempo.Definir a Maya es una misión infactible para mí, no tengo conocimiento cuando miente o dice la verdad. Al contrario de Elizabeth...El celular vuelve a timbrar con una notificación de mensaje, es Tanger.Tanger: Investigue la ubicación y al parecer es en la casa de los Armani. Te veo ahora, apresúrate.«Armani» Los he familiarizado antes en revistas, una que otra parte de su organización en curas para las enfermedades letales de su país. Son propietarios de la mafia italiana.Maldición, Maya, qué
MaxinHan transcurrido treinta minutos y aún no doy con ellas. He revisado, inspeccionado las dos cocinas, las antesalas, recámaras, cada rincón de la vivienda. Mi cuerpo se tensa ante mi pensamiento culpable al no hallarlas por ningún lado.Las bocinas en mi entorno resaltan ruidosamente, las luces parpadean más frecuentemente al ritmo de la música. Sé que si no intento localizarlas no aparecerán por arte de magia. A Tanger me lo he cruzado incontables veces, ahora mismo él no tiene la capacidad para ayudarme. Resoplo frotándome las manos por la cara memorizando los lugares por los que he pasado.¡La alberca! Tienen que estar allí, esa es mi última opción. Camino a la dirección correcta no alcanzando mi objetivo puesto que golpeo el hombro de alguien que se detiene afligida.—¡Idiota!, fíjate bien...—no termina decir las palabras al alzar su cara y repararme cubriéndose la boca.—¿Realmente eres tú?—interroga la chica sin evitar tocarme la muñeca. No la reconozco de nada, no sé quién
Elizabeth. Con los brazos cruzados, moviendo la pierna esperaba por la llegada de su comentario. —No me evadas el tema ahora mismo.—reprendo seriamente sin respuesta alguna.—Tengo interés en lo que sucedió ayer con esos dos chicos. Lo único que sé son rumores de que son hermanos siendo totalmente cierto, al parecer tu sonrisa espléndida me deja acertar con ello. Maya se situaba en la esquina del balcón de mi habitación, pensativa, repasando todo lo implicado en la fiesta de ayer. Su resaca es bastante notoria junto con el dolor de cabeza que no intentaba disminuir. Esquivo el tener que imaginar lo ocurrido, a la vez es complicado por las marcas rojas que llevaba en la nuca afirmando su noche. Otro recuerdo irrumpe su mente porque vuelve a carcajearse en tanto se mira en el espejo sin poder creerlo. —Anteriormente te había puesto al día, no del todo aunque lo primordial para saber es que estoy en una relación con los dos y sí, son hermanos.—explica conforme a lo que empieza a recor
MaxinProsigo en ser servicial sin quedar tan exhausto a medida que avanzo y me recuerda el día menos esperado: Anuncio de la fecha del matrimonio.Trago en seco, presiento el nudo que interviene en mi garganta al nombrar a los imbéciles de los turcos. En contraste a la reunión en la que ahora me encuentro presente me saca de las casillas al no hallar alguna alternativa o posible solución de escape. El caos solo es un inicio, creí que éramos cuatro incluyendo a los turcos, no obstante, al cabo de quince minutos aparecieron los Armani junto a su padre, lo que me aturde constantemente.Hace años tenían un contrato de varias condiciones con mi padre, el mismo que redacta: «Si alguna de las dos organizaciones incumbe en conflictos, resulta en baja economía o mercancía, una de ellas puede realizar el paso para salvaguardar y proteger al otro. Una vez firmado el contrato, este permanecerá en juramento ejerciendo su ley estatal».El contrato expiró siete años atrás por lo que he leído en m