Armando.
Su cuerpo delgado pegado al mío provoca, varios deseos inapropiado de querer hacerla mía una y otra vez. No recuerdo a qué hora entre a dormir junto a mi esposa... M*****a sea, porque no puedo contenerme, debo ser indiferente a ella y mostrarle el monstruo que soy.
—Bue, Buenos dias—musito restregándose los ojos.
—Buenos días— respondi molesto.
Carime se levanta dirigiéndose al cuarto de baño, su rostro luce pálido y sus ojos rojos se nota cansada como si no hubiera conciliar el sueño. Suspiro aturdido de no tener idea de lo que ella sabe y piensa. Me adentre a la otra habitación, tome una ducha, al salir me vestí con mi traje de siempre. Mire mi reflejo en el espejo y molesto replicó.
–Debes largarte Andrés, por tu m*****a culpa no puedo dejar el pasado atrás y no me permites dañarla. Largándote tú, podré hacer lo que quiera con ella— le auto reprocho a mi mente débil.
—No me iré jamás, no dejaré que le hagas más daño... estas enfermo de odio, ella es inocente, piensas