(Larissa)
La sala de espera estaba en silencio, casi vacía a esas horas. Algunas luces estaban más tenues y el aire acondicionado me hacía estremecer. Crucé los brazos y me subí la sudadera, intentando entrar un poco en calor.
La ducha rápida que me di antes de volver me ayudó a despejar la mente, pero no consiguió deshacer ese nudo en el estómago que se negaba a irse.
No sabía ni cómo explicar lo que sentía.
¿Cansancio? Sí. ¿Rabia? Un poco. ¿Miedo? Probablemente más de lo que quería admitir.
Pero, en el fondo, lo que más me inquietaba era la ansiedad de no poder hacer nada. Solo esperar. Esperar noticias de mi