Catherine me miró con una mezcla de alivio y preocupación.
— El bebé es fuerte, igual que tú — dijo con una sonrisa suave, aunque seria. — A pesar del desprendimiento de placenta, está bien y fuerte. Todo va a salir bien, pero tienes que guardar reposo un tiempo.
Solté un suspiro de alivio, aunque no pude evitar que la tristeza se reflejara en mi rostro. Ese pequeño ser dentro de mí era lo único que me daba fuerzas ahora.
Catherine se dio cuenta de mi expresión y ladeó la cabeza, curiosa.
— ¿Qué pasa?
No quería contarlo, pero la necesidad de desahogarme fue más fuerte. Inspiré hondo y las palabras saliero