Mundo ficciónIniciar sesiónLas puertas del ascensor se abrieron y tuve que contener la risa al ver a Danila prácticamente salir corriendo, tropezando con los tacones. Respiré hondo, me ajusté el bolso al hombro y seguí con calma hasta mi mesa.
Dejé mis cosas allí, encendí el ordenador y fui directamente a la oficina de Larissa. Corrí las cortinas, puse el aire acondicionado, dejé su ordenador listo y llené la botella de agua. Todo preparado para cuando ella llegara.
No tardó mucho en aparecer Larissa, siempre elegante, ajustándose el bolso en el brazo y lanzándome una sonrisa ligera.
—Buenos días, Alice. ¿Cómo estás hoy? —preguntó, acomodándose en el sillón.







