Ava Hills.

El bullicio constante de personas que se encontraban con familiares o amigos me hizo sentir solitaria.

Yo sabía que no podía esperar mucho de Selene, aparecí en su vida de repente.

Es natural que no me considere como una hermana, toda su vida había sido hija única. Sé que no será nada fácil nuestra convivencia.

Toda mi vida he sido maltratada y ya no seré presa fácil.

Buscaba entre la gente, hasta que vi a un caballero con un cartel que rezaba.

“Bienvenida Alfa Ava”

Onil, el empleado de mi padre, me esperaba con una sonrisa protocolar y un aire de seriedad que delataba lo riguroso de su trabajo.

—Bienvenida, señorita Hills —dijo, inclinando ligeramente la cabeza mientras me orientaba hacia el exterior—. La llevaré a su mansión.

Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, la emoción crecía en mí como si fuera una niña en la víspera de Navidad.

—Por favor, conduce lento, quiero disfrutar de la vista.

—Sí, señorita.

En el trayecto hacia la mansión disfruté de observar el pa