Capítulo 3

Por la discusión que tuve con mi madre, me dio insomnio, así que decidí leer un rato más hasta que el cansancio me gano, ahora estoy pagando las consecuencias de mi desvelada. Con toda la flojera del mundo tomo mis maletas y camino con "entusiasmo" a la puerta principal, mis padres se ven muy, pero que muy emocionados por llevarme al campus, están que desbordan de alegría.

En el camino, estamos hablando sobre nuestros futuros planes para navidad, que todavía faltan unos dos meses y lo que queda más cerca es Halloween; a mi madre casi no le gusta celebrar esas fiestas, pero a nosotros tres nos encanta, normalmente esta festividad la paso con mi familia, pero este año quiero pasarla con mi amiga Karla, sólo espero que no me diga que se quiere disfrazar como el año pasado, que fue horrible porque mi madre eligió los disfraces.

Pasado una hora y media hora llegamos al campus, mi papá se baja del carro al igual que mi mamá, abro la puerta del coche y con mucha dificultad me bajo de él por todas las maletas que traigo encima, mi papá me ayuda a bajar. Mientras bajamos las cosas, mi madre no para de decirme que debo estar pendiente de mis medicamentos, mi teléfono, de las clases, que debo prestar atención a mis maestros y hacer mis deberes.

—Cuidate mucho cariño y recuerda, llamame siempre que lo necesites y aunque no lo necesites, llamame.

Me toma de las mejillas y las aprieta con fuerza, impidiéndome que pueda hablar con claridad, padre me da un beso en la frente y revuelve de forma juguetona mi cabello.

—Bueno cariño, cuidate y no se te olvide que debes entregar todas tus tareas, portate bien y no faltes a ninguna clase, si sales con Karla mandanos mensaje y dinos a donde irán... recuerda que los espíritus se ponen muy inquietos en estas fechas.

Asiento con la cabeza, madre no me ha dejado de apretar las mejillas.

—Te amo cielo, no lo olvides.

Niego con la cabeza, ella deposita un beso en mi frente y me suelta, antes de subirse al auto, me abraza con bastante fuerza al igual que mi padre. Una vez que terminan con su extensa despedida, por fin me dejan marchar.

Estando dentro del edificio de las habitaciones, un fuerte resoplo se me escapa, relajo el cuerpo y me encamino hacia mi habitación. Andando por los pasillos, miro de reojo a algunos de los estudiantes, me siento intimidada por estar rodeada de todas estas personas, tomo un poco de aire y lo dejo salir con suavidad.

Llego hasta mi habitación y abro la puerta, asomo la cabeza y veo mi amiga sentada sobre su silla, moviéndose de un lado a otro y haciéndola de adelanta atrás, las ruedas rechinan levemente, sus enormes audífonos cubren por completo sus oídos y unas orejas de gato brillan de varios colores, entro al cuarto y dejo mis cosas a un lado, cierro la puerta con suavidad y con mucha lentitud me acerco a ella, luego le tapo los ojos haciendo que ella suelte un chillido de espanto y casi se cae de su silla.

No me imaginé que ella se fuera a asustar de esa forma, pero me ha dado mucha risa verla así ya que siempre es ella quien me mete sustos de muerte, hoy... ha sido mi venganza; parece ser que mi día inicia de maravilla, espero siga así.

—¡Carajo! — Grita asustada y entre risas nerviosas, se quita los audífonos y los pone sobre el escritorio para luego abrazarme con fuerza. —¿Cómo has estado? ¿Hace cuánto llegaste? ¿Cómo están las cosas con tu familia?

—Están todos bien, yo estoy bien y acabo de llegar.

Una de las cosas que adoro de estar en el campus y tener a mi amiga cerca es que nunca estoy sola, Karla y yo nos conocemos desde el kínder y hemos estudiado juntas todos estos años, al igual que con Adrián, pero ese se ha metido en otros asuntos apenas cruzamos a la preparatoria.

Mientras guardo mis cosas, ella me dice todo nuestro horario y de cómo han ido las cosas en el campus desde que me tuve que ir, también me platica lo sola que se ha sentido, poniendo una pose dramática mientras se tira sobre mi espalda "sollozando" de forma desconsolada. Apenas termino de arreglar mis cosas, tomo mi mochila y nos vamos a nuestra primera clase, Algebra.

Caminando hacia el auditorio, no puedo evitar sentirme nerviosa haciendo que mis vellos se ericen, pero trato de mantener la calma, no quiero preocupar a mi amiga, en especial porque se ve emocionada por conocer a los nuevos alumnos. Tomo una gran bocanada de aire y la dejo salir con suavidad.

Mis malditos nervios me engañan, haciendo que mi cuerpo tiemble y mi mente se pone en blanco, mis labios tampoco paran de temblar, debo parecer una gelatina en estos momentos. Karla al ver mi estado, me toma de la mano y la aprieta con suavidad, volteo a verla asustada y ella me dedica una enorme sonrisa.

—Tranquila cari, todo va a estar bien... vamos.

Asiento con la cabeza y entramos, tengo la vista puesta en el suelo, no me atrevo a levantarla; después de lo sucedido con Rowan, Bianca me empezó a hacer la vida miserable, diciéndome que era una puta cualquiera, una ramera que no significaba nada para mi ex y que lo mejor era que me muriera, no entiendo porque se ensaño tanto conmigo, no era mi culpa que Rowan se me haya declarado.

Con la guia de mi amiga, encontramos unos lugares para luego sentarnos y poner las mochilas debajo de nuestros asientos, atisbo la mirada hacia el frente y veo que el profesor no ha llegado, tomo una gran bocanada de aire y miro por encima de mi hombro, puedo notar que hay pocos compañeros, la mayoría de ellos están viendo unas cosas en sus teléfonos.

Un barullo hace que regrese la vista a la entrada del auditorio y veo como entran varios alumnos con la chaqueta del equipo de futbol, el que va enfrente es Adrián, un chico rubio de ojos claros, su sonrisa encantadora hace que cualquiera caiga rendido a sus pies, a su lado esta su novia Bianca, su cabellera pelirroja hace resaltar su belleza y sus ojos verdes, detrás de ellos viene el resto del equipo, todos o al menos la mayoría de ellos son atractivos y vienen acompañados del equipo de porristas, nada fuera de lo normal.

Miro de reojo a mi acompañante, que tiene una expresión de fastidio y aburrimiento al verlos entrar en la sala.

—Pfff... yo esperaba que fueran los chicos nuevos— Murmura entre dientes mi amiga mientras juega con uno de sus mechones de pelo.

El equipo de guapos huecos y sin cerebro se sientan en la parte de en medio ocupando casi todos los asientos. Adrián se sienta a lado de mí, afortunadamente un amplio pasillo nos separa además de dos asientos vacíos, pese a que está algo lejos de mí, su perfume golpea mi nariz, es bastante fresco y masculino, pero eso no evita que piense que usa demasiado. Un pequeño estornudo se me escapa.

—Salud, cari.

—Gracias— Le respondo casi enseguida

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