Su mirada afilada se deslizaba por los oscuros rincones del bosque.
La tarde ventosa se tornaba cada vez más sombría, y el canto lejano de las aves se entrelazaba con el susurro de los árboles. El corazón de ese Alfa latía con fuerza, su instinto gritándole que algo terriblemente malo se avecinaba…
« Esta escalofriante sensación… Hay muy pocas cosas en el mundo que me hacen helar la sangre. Ray » , resonó la voz de ese Alfa a través de su enlace mental con Ray, su lobo.
« ¿Crees que se trata de Dalton? Yo no lo creo. Él jamás vendría solo; siempre está rodeado de sus lobos » , respondió Ray, con un tono de preocupación.
Alfa Rezef se acercó con cautela a la trampa, evitando pisarla, pues era una trampa terrestre. Sus ojos analíticos escudriñaban cada rincón del perímetro, buscando los puntos que podrían activarla.
Era tal como había advertido Connie. A simple vista, todo parecía en orden, pero los rostros de magia revelaban que habían sido alterados recientemente.
« Esto… Algui