Josephine a pesar de todo no da su brazo a torcer, ¿será así por siempre? ¡Enterate en el proximo capitulooo! gracias por leer, comentar y darle manita arriba al capitulo :3
Después de escuchar las obstinadas palabras de Josephine, Malcolm la miró fijamente y apretó la mandíbula, tanto que los músculos de su rostro se tensaron visiblemente. Sin embargo, optó por guardar silencio, conteniendo lo que fuera que deseaba decir.—Arriba hay dos habitaciones —dijo en su lugar, rompiendo la tensión que se había instalado entre ellos—. Síganme.De esa manera comenzaron a caminar hacia las escaleras de madera que conducían al segundo piso. Josephine y sus niños lo siguieron sin protestar, mientras los pequeños cuchucheaban entre ellos mientras subían los escalones.—En la cocina hay verduras, harina, huevos y frutos del bosque —continuó Malcolm, señalando brevemente hacia la parte trasera de la casa—. También hay carne seca, aunque si desean algo fresco, mañana puedo cazarles algo cuando venga.—Yo lo haré por mi mamá —intervino Zacary con decisión, irguiendo su pequeño cuerpo y frunciendo el ceño.Malcolm, que iba caminando delante del grupo, revoleó los ojos. Un g
Malcolm sabía que no podía permanecer más tiempo allí. Aquella extraña sensación que lo había invadido cuando besó a la Druida finalmente se había disipado, permitiéndole recobrar algo de compostura. Con pasos medidos y el corazón aún inquieto, se dirigió hacia el pasillo justo cuando Josephine emergía de la habitación donde dormirían los cachorros. Ella no venía sola, por supuesto, apareció flanqueada por sus dos pequeños.—Ya debo irme —anunció Malcolm, sintiendo la mirada de los niños clavada en él como flechas de desconfianza.Josephine, sin poder evitarlo, dejó que sus ojos se posaran brevemente en los labios de Malcolm antes de desviar la mirada con fingida indiferencia. El gesto no pasó desapercibido para él, que sintió un hormigueo en la nuca e inconscientemente se lamió sus labios.—Sí, entonces nos vemos luego, milord Alfa —respondió ella con voz ligeramente ronca, aclarándose la garganta mientras Malcolm asentía.—Vendré mañana para ver cómo están —prometió, intentando que s
—En fin —dijo Malcolm tras un breve silencio, recuperando aquella expresión seria y cortante que había mostrado desde el principio, como una máscara que volvía a ponerse—. Ya conocen el panorama, cachorros —añadió dirigiéndose a los niños antes de elevar su mirada hacia Josephine—. Serán los cuidadores de este lugar hasta nuevo aviso.Malcolm estuvo a punto de mencionar que su oferta de adopción seguía en pie, pero se contuvo. Intuía que tanto los pequeños como la madre seguían igualmente renuentes, así que consideró más prudente hacerles creer que "pagarían" su estadía cuidando de su casa de descanso. Con paciencia, esperaba poder ganarse su confianza poco apoco para que eventualmente aceptaran la adopción, si Josephine llegaba a comprender que esa era la mejor opción que tenían por el momento.No pretendía imponerles a Sarah como madre; la verdad era que él solo necesitaba herederos. Diez años intentándolo constantemente con su esposa sin resultado alguno dejaban claro el problema. E
Unos veinte minutos después, tras haber cabalgado a un ritmo vigoroso que levantaba pequeñas nubes de polvo a su paso, Malcolm llegó a su castillo. Las torres de piedra gris se alzaban imponentes contra el cielo de esas horas de la tarde, mientras el estandarte con su escudo familiar ondeaba perezosamente con la brisa. Apenas cruzó el portal principal, dos sirvientes se aproximaron presurosos al reconocer el caballo distintivo de la guardia de Altocúmulo. Sus rostros mostraban curiosidad prudentemente disimulada ante la montura ajena y el respeto debido a su señor. Sin esperar mucho, Malcolm desmontó el caballo, entregando las riendas al siervo más cercano. —Denle agua y algo de comer —ordenó con voz firme, pero sin sonar severo—. Y luego que alguien se encargue de llevarlo a la estación de la guardia de caballeros de Altocúmulo. Luego de decir eso, suspiró viendo la entrada de su castillo, mientras sus pensamientos permanecían en aquella cabaña del bosque, con la druida de mirad
Malcolm sintió un nudo en el estómago. No se atrevía a mencionar que uno de esos omegas era Gael. El nombre de su hermano seguía siendo una herida abierta entre ellos, un abismo que ninguna palabra podía cruzar. —Sí, por eso regresé —respondió, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Logramos atraparlos y enviarlos al distrito de las Sombras, donde pertenecen. Dijo Malcolm, viendo de reojos como el rostro de Sarah se endurecía en una expresión de molestia. —Me preocupa lo rápido que salen esas ratas de su basurero —dijo con un desprecio que le deformaba las facciones, transformando por un instante su belleza en algo oscuro—. No debería ser así... ¿acaso no tienen sistemas de seguridad? Ya esta es la tercera vez que esos malditos Omegas logran escapar. —Hizo una pausa calculada antes de añadir con malicia—. ¿Te imaginas que salga la basura asquerosa de Gael, tu hermano, por segunda vez? Eso sería... horrible. El dardo dio en el blanco. Malcolm lo sintió como una puñalada física
Poco después, el sonido del agua llenando la tina de cobre se mezclaba con el silencio incómodo que había quedado flotando en la habitación. —Por cierto, ahora que viniste, "amor" —la voz de Sarah llegó desde el área de aseo personal, con ese tono falsamente dulce que utilizaba cuando quería algo—, te comento que en dos días tendremos una fiesta aquí en el castillo. Malcolm se incorporó sobre los codos, frunciendo el ceño mientras observaba la puerta entreabierta por donde escapaba el vapor perfumado. —¿Fiesta para qué? —preguntó, sintiendo ya el peso de las obligaciones sociales que tanto detestaba. —Una de mis amigas está celebrando que su hijo entró en el instinto infantil de Nimboria —explicó Sarah desde el baño, con su voz mezclándose con el suave chapoteo del agua—. Así que quise hacerle una fiesta para celebrar. Ya sabes, esta es la etapa en donde los niños comienzan a ir a los institutos. Hubo una breve pausa, llena de intención. —Si tuviéramos hijos, quizás el año
CASA DE ENTRENAMIENTO DE MALCOLM: ALTOCÚMULO -GRAN BOSQUEDespués que Malcolm se marchó a su castillo y dejó a Josephine sola con los niños en aquella casa de "entrenamiento" —que más bien parecía un refugio para escapar momentáneamente de la realidad—, un silencio peculiar invadió el lugar. Josephine sintió la ausencia de Malcolm mientras sus pequeños exploraban curiosos cada rincón de lo que sería su hogar temporal.Fue entonces que, sin perder el tiempo, Josephine se dedicó a preparar una comida reconfortante. El aroma del pan recién horneado pronto inundó la casa, mezclándose con el vapor de la sopa de verduras que burbujeaba en el fogón que ella usó como si tuviera años cocinando ahí. Sin pensarlo mucho, la madre cortó la carne seca en trozos pequeños, agradecida por la abundancia de provisiones que encontró en la despensa. Mientras cocinaba, sus pensamientos vagaban entre el presente y los recuerdos que aquel lugar despertaba en ella.—¡Mamá, huele delicioso! —exclamaron los niño
La calidez en la voz de Josephine pareció aliviar la tensión en los hombros del pequeño Zacary, al mismo tiempo que Lyra dijo:—Tienes razón, mami —intervino la pequeña con renovado entusiasmo, y con su rostro iluminándose como un diminuto solecito—. Voy a disfrutar sin sentirme culpable —una sonrisa genuina se dibujó en sus labios antes de añadir—: ¿Y tú? ¿Te sientes bien?La pregunta inesperada hizo que Josephine tragara saliva. De pronto, se encontró bajo la intensa mirada de sus dos cachorros, cuyos enormes ojos la observaban con atención, deseosos por una respuesta honesta.«También me siento bien, pero estoy asustada por lo que pueda pasar. Tengo miedo por los padres de Malcolm, tengo miedo de caer rendida a los pies de Malcolm, y me aterra que él quiera llevárselos y luego los pierda para siempre». Esos eran los verdaderos pensamientos que cruzaban por la mente de Josephine, que ella se empeñaba en mantener a raya.Pero no podía trasladar esa carga a sus pequeños. En su lugar, r