CAPITULO 5 –Dulce tentación

Alejándome de mis impulsos y deseos reacciono de inmediato, no debo involucrarme con ella, sería un grave error que no deseo cometer. Furioso conmigo mismo paso mis manos por mi rostro para desaparecer este deseo infernal que alberga en mi por culpa de esta mujer sensual que se me ha metido a la cabeza sin darme cuenta.

—Arthur... —vuelve a susurrar mi nombre haciéndome caer en un suplicio al no ceder. —¿Acaso no te gustó el beso? O tal vez ¿Es que no soy lo suficientemente sensual para ti?

¿Qué no es suficientemente sensual?, me rio por dentro ya que es como si estuviera frente a una diosa, con solo tocar su piel siento que estoy pecando al desearla de la forma en que lo hago.

La veo de reojo, frustrado me impulso a un más lejos de ella, pero cada paso que daba lejos de ella era como si mis pies fueran dos pedazos de rocas que se estaban ancladas al piso y todo por no poder ceder ante mis deseos de decirle que si, quería tomarla y demostrarle que me fascinó al punto de dejarme embelesado con ese beso.

—¿Arthur? ....

—Sera mejor que tome un baño con agua fría. El alcohol le está afectando. —incluso decirlo fue más difícil de lo que pude imaginar y eso me cabrea. —No debió tomar demasiado.

—No estoy ebria. —no puede ser, ella se desnuda frente a mis ojos. —¿Acaso no te gusto como mujer? —no desvío la vista, pero intento controlar mi hombría

No puedo creer lo que diré. —No. —solté tajante. —Te dije desde el principio, —aclaro con dificultad —Aborrezco a las mujeres como tú. —¡Vamos, demuéstrame que tan hombre eres!...

Dejándola sola en la habitación y sin habla salí, me alejo lo suficiente para después caminar de un lado a otro, necesito refrescar mi mente, mi cuerpo arde con locura, siento que tengo una enorme necesidad de quitarme este fuego que me quema hasta dejarme seca la garganta.

Maldigo internamente porque estaba deseando a una mujer prohibida y muy peligrosa, ese beso fue condenadamente exquisito y quería volver a probarlos, mi cabeza, no, todo mi cuerpo me grita que entre y la haga mía hasta quedarme sin aliento.

—¡¿Qué diablos pasa conmigo? —golpeo con rabia la pared.

Es como si hubiese sido embrujado por ella, me deleito como si supiera mis debilidades que no pensé que tuviera. No, es imposible que una mujer pueda embrujarme y volverme loco con un maldito beso. Debió haberme hecho algo para que me sienta tan perturbado por su culpa.

Sus labios quedaron impregnados sobre los míos, su fragancia aun me golpea la cara, la dulzura de sus labios mezclados con el alcohol me hicieron cerrar los ojos como un vil adicto cuando disfruta de su droga favorita.

 Me estaba volviendo loco al desear borrar ese recuerdo de mi cabeza, ese sabor tan embriagador que me fascinó locamente. ¡Joder, que hago ahora para quitarme a esta mujer de la cabeza!

—¡Porque sigo pensando en eso! —me reprendo a mí mismo por revivir ese beso que me hechizo en el instante que lo saboree. —Joder!, elena no se que me hiciste, pero no vas a conseguir lo que sea que quieres de mí.

No podía regresar de nuevo a esa habitación, me condenaría a repetir ese beso tan embriagador que solo me llevaría a otra situación que me podría esclavizar a ella, no estoy dispuesto a ser el juguete de una mujer con disfraz de ángel.

De lo que estoy seguro es que no volverá a pasar ya que, si ella fue capaz de provocar esto en mi con un beso, no podría imaginar lo que pasaría si llegara... ¡No!, debo retener mis impulsos que arruinaran mi trabajo en este lugar, mis deseos al querer hacerla mía podrían arruinarme

Sin más opción me quedo al pie de las escaleras esperando que las horas pasen y que ella se haya dormido, espero que mi mente y mi cuerpo se enfríe totalmente, pero aun esperando no pensar en ella, lo hago.

Pensando y figurando en mi mente cada facción de su cuerpo, me hace pensar en la posibilidad de que fui hechizado cuando me beso y se desnudó frente a mí.

Elena es la mujer más hermosa que mis ojos pudieron haber visto, es algo absurdo decirlo viniendo de mi, considerando que nunca antes me detuve a apreciar y ver tanta perfección en una mujer, aunque sea arisca, tiene lo suyo, lo principal es que ella embruja a los hombres una vez que la prueban ya sea con un beso o con solo admirar su belleza tentadora.

—Arthur.

No puede ser... aún no se ha dormido, inhalo profundamente antes de voltear a verla sin ninguna expresión.

—¿Necesita algo? —pregunto mientras mantengo una imagen serena.

—Solo quiero disculparme por lo que pasó hace unas horas, supongo que la soledad y el alcohol me impulsaron a hacerlo.

La veo mientras espero encontrar alguna mueca en su rostro, no esperaba a que me dijera la verdad, por ello ignore cada palabra suya.

Aunque se disculpara no borraría el pasado, no borraría de mi mente cada curva de su cuerpo y más ahora que ya no le veía como una chica caprichosa e irritante, mi forma de verla ahora cambio radicalmente, no podía permanecer ignorando lo que siento, tarde o temprano tendré que luchar con esto porque es mi trabajo estar todo el tiempo con ella.

Pero, tal parece que ella solo quiere provocarme porque traía puesta una bata que se ceñía en su cuerpo y en sus pechos, la rabia me carcome, y la frustración ciega mi mente por no poder sentirla como hace unas horas atrás.

—Que no se vuelva a repetir Elena, —advertí cuando ni siquiera quería que fuera cierto lo que digo —Eres casada y no voy a echar a la borda mi trabajo por una chica inestable emocionalmente, que puede arruinar mi vida. puede que a ti te perdonen la vida pero conmigo...

—Lo se perfectamente Arthur.

—No. —mi forma de hablar fue demasiado brusca que la hizo sobresaltarse, frunce el ceño como si le molestara que le haya interrumpido. —Tal parece que no entiende nada.

Creo que me había excedido con mis palabras, ella desvía su vista de la mía al mismo tiempo que me da la espalda. Su melena negra se mueve suavemente cuando ella voltea a verme sobre su hombro.

—No te preocupes, no volverá a suceder, ya que una chica como yo, jamás se fijaría en un muerto de hambre como tú, —escucho una risita corta de su parte. —Merezco más que un simple escolta.

—¿Un simple escolta? —me rio sarcásticamente porque es estúpido lo que dice. —Eso no es lo que pensabas hace un par de horas. —la tomo de su brazo para que me vea a los ojos.

—¡Aush, oye suéltame que me lastimas!

—Escúchame bien —la hago guardar silencio —No estoy para tus malditos juegos así que has que todo mi compañía y mi trabajo sea agradable porque si no..

Cabreado por lo que dijo bruscamente la tomo del brazo y la acorralo contra la pared, ella no baja su mirada desafiando la mía, sin evitarlo mi vista viaja a esos finos y rojos labios que se convirtieron en mi droga y como un adicto quería volver a probarlos hasta extasiarme.

Ella se suelta de mi agarre furiosa, nuestras miradas destilan rabia al cruzarse, ella retrocede y se aleja de mi cuando veo que esta por entrar a su habitación le doy la espalda.

—Buenas noches Elena. —dije al molesto.

—Buenas noches Arthur. —dijo tajante, escucho la puerta cerrarse, al ver hacia atrás, ella no estaba.

En que demonios me estoy metiendo. Esto no es nada de lo que me había planeado para mi, se supone que estaría con Aleksei no con su mujer, ahora me encuentro molesto y desesperado porque esta mujer me esta volviendo loco sin siquiera saberlo y eso me desquicia.

—Esto no me puede estar pasando a mí. —golpeo con rabia la pared al darme cuenta de lo que provoca en mi está mujer.

Busco salir de esta maldita asfixia, necesitaba salir y respirar aire puro así que Sali a caminar por los alrededores, cuando regreso a mi posición escucho una hermosa melodía y esta proviene de la habitación de Elena.

Me acerco un poco y abro con cuidado la puerta, era ella quien producía esa hermosa melodía de violín, vaya sorpresa que ella sepa tocar algún instrumento que no sea un hombre. Trago grueso al ver que tenia puesta una lencería blanca, incluso su melodía era igual que ella, hipnotizante.

—¿Te gusta lo que ves Arthur?

No puede ser..

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