CAPITULO 4 –Dulce miel

La empleada la observa en silencio para después bajar su cabeza temblando ante la mirada tirana que Elena le lanza, se retira en silencio; mi vista se queda fija en Elena, la observo detenidamente y sonrío cuando sus ojos esmeraldas me ven con furia por unos segundos, luego me da la espalda y vuelve a sentarse.

Su comportamiento despierta cierto interés por saber si ella es así de vez en cuando o solo cuando la provocan.

—Fue algo brusca con ella.

—Eso no te importa.

Vaya que el ángel es agresivo cuando se lo propone, me causa un poco de gracia que ella sea así porque su apariencia no es la de una chica problemática.

“Que aburrido es esto”.

Increíble que yo, un agente encubierto me haya convertido en niñera, pero juro que si Ivanov no mata al informante yo mismo lo hare porque es una especie burla para mi, puedo pedir que me saquen de aquí pero seria demasiado sospechoso que me vaya cuando acabo de llegar.

Es algo extraño, hace un momento había visto en Elena una mirada tirana, sádica pero así como apareció se desvaneció también. Tal parece que el ángel esta lleno de sorpresas y misterios.

Ella siguió haciendo lo suyo, pero en pocas ocasiones pude sentir que me observaba, fingí que no la había descubierto cuando lo hacia ya que me di cuenta desde el primer roce que no le soy indiferente.

—¡Como te atreves a desobedecer mis órdenes! —Sergey entró furioso a la habitación y la jalonea de su brazo levantándola de la cama. —¡Debes respetar mis órdenes!

—¡Púdrete Sergey!

Mis pies reaccionaron por si solos y sin verlo venir ya sostenía la mano de Sergey deteniendo su intento de golpearla, aún más cabreado se suelta de mi agarre, me lanza un puñetazo, pero lo esquivo.

—¡Como te atreves a interferir! —grito exasperado.

—Solo cumplo mi trabajo. —repito las mismas palabras de antes. —Mientras ella este bajo mi protección, no permitiré que alguien le haga daño.

“¿¡Pero porque diablos dije eso!

—No me digas que tu también has caído en su encanto. —se burla de mi pero no muestro ninguna expresión

—Usted me pidió cuidarla y eso es lo que hago, o quiere que la deje en sus manos y cuando venga el señor Ivanov comience a sacar sus propias conclusiones.

El destila mas rabia que antes haciendo que sonría por dentro porque se que esta que arde del coraje.

—Quien iba a decir que el nuevo escolta seria tan servicial.

Sergey saca su arma y me apunta con ella

—¡Estas fuera! Ahora mejor lárgate antes de que te dispare.

—No puede despedirme, según tengo entendido, todos trabajamos para el señor Ivanov, entonces significa que solo el puede despedirme. —retira el seguro. —Además, aclaro que usted mismo dijo que el Señor Ivanov fue quien buscaba protección para su esposa entonces, ¿Por qué debo obedecer su orden si ella no es nada suyo?, los únicos que pueden echarme es ella o su esposo.

—¿Acaso no conoces tu lugar imbécil? —el ego parece que se le subió a la cabeza.

—Se cual es mi lugar.  —sostengo.

—ay Sergey, —ella junta sus manos mientras juega con sus dedos índices. —Ya lo oíste, conoce su lugar perfectamente, pero, tal parece que a ti se te olvida que solo eres el perro faldero de mi esposo.

Su mirada hacia a mí destila furia y sin más se marcha azotando la puerta, manteniendo mi vista aun en la puerta siento como Elena me abraza mientras tiembla al aferrarse a mí, intento alejarla de mi pero ella no me lo permite, no sabía que hacer así que me que quedo inmóvil sin hacer ni un solo movimiento.

—Gracias... —musita relajándose después de abrazarme por unos minutos. No sabía si era actuado o real.

—¿Porqué? —pregunto esperando una respuesta de su parte.

—Por defenderme, nadie lo había hecho antes, siempre se acobardaban cuando el les exigía que se fueran.

—No tienes que agradecerme nada. —tome sus manos para que me soltara. —Como dije antes, es mi trabajo y solo cumplo las órdenes que se me dieron al llegar.

Sin levantar su cabeza me suelta, cubre su rostro con sus manos para luego levantar su cabeza y sonreírme con dulzura, no entiendo porque, pero el verla sonreírme me agrado un poco aunque viniendo de alguien como ella no puedo esperar que sea sincera. Ella mira la hora en el reloj que traía puesto en su muñeca.

—¡Maldición ya es tarde!. —ella toma una maleta y me tomándome de la mano. —Tenemos que irnos.

—¿A dónde? —dije confundido por su cambio drástico conmigo.

—¿A una fiesta?

—Mis órdenes son de no dejarla salir de esta casa. —me suelto de su mano. —Así que no ira a ningún lado.

—No, tus órdenes son, no dejarme salir de la casa sola, —deja caer la maleta para ladear su cadera. —¡Ay! por favor, sabes tan bien como yo que tengo razón y no te puedes negar. —levanta su maleta, pero vuelve a verme. —Ah, casi lo olvido, no me hables de usted solo dime Elena, puede que este casado, pero no soy un vejete como Aleksei.

—¿No sé qué demonios se propone con todo esto? —la tomo del brazo llevándola de nuevo a su habitación. —Pero no crea que por lo que pasó hace un rato la dejaré salir.

—No es eso... —ella se aleja de mi intentado salir, pero se lo impido. —En verdad estoy agradecida de que me hayas defendido cuando nadie jamás lo hizo.

—Si claro, —le arrebato la maleta para después lanzarla a su cama. —Que otro le crea ese cuento.

—Arthur... —detengo mis pasos al escuchar su suave voz decir mi nombre falso. Fue como un dulce murmullo para mis oídos —Nadie jamás lo hizo. —volteo a verla ya que no se veía alterada ni enfadada al decirlo. —Mas de cinco escoltas se han encargado de mi cuidado en el lapso de un año, pero todos dejaban que Sergey me golpeara por temor a que el…

Ahora comprendía que reaccionara así, aunque también podría ser un engaño aun cabe la posibilidad de que todo sea cierto.

 —De igual forma no saldrá de esta casa. —vuelvo a recalcar.

—Por favor Arthur, solo serán un par de horas.

Ella toma mi mano mientras me observa con súplica, no sé porque, pero siento que me arrepentiré de esto.

—Solo serán un par de horas. —sostiene sin dejar de verme a los ojos. —¡Por favor..

—Esta bien. —dije en rendición y ella comienza a sonreír. —Solo un par de horas, luego volveremos.

Ella salta de alegría y en el acto me abraza besando mi mejilla. Parecía una adolescente muy feliz después de que me convencería de ir a esa dichosa fiesta.

—Ahora ya no será tan malo tenerte cerca. —ladea una sonrisa tomando nuevamente su maleta. —Arthur.

Ella me guiña para después caminar hacia la salida mientras contonea sus caderas, en verdad que es una tentación no verla de forma libidinosa.

“¡Qué demonios estoy haciendo!”.

Detengo el auto de Elena frente a una enorme mansión llena de muchos jóvenes de su edad, me sentía como un viejo al estar aquí, tenía 29 años y este tipo de fiestas las aborrezco.

—¿No me ayudarás con la maleta?

—No, —dije cortante. —Solo serán unas horas así que no la necesita.

—Vamos Arthur...

De la noche a la mañana, Elena había cambiado conmigo, era más dulce y amable y tal vez sea porque la había complacido al traerla aquí, se veía muy feliz y emocionada, pero eso no significa que ella pueda darme las ordenes que se le de la gana. De mal genio tomé su maleta pequeña y salí con ella siguiéndola detrás.

—¡¡Elena!!..

—¡Amiga!

Una peli roja salió en su encuentro y la abrazó efusivamente, pero de inmediato se aleja de ella y me repara de pies a cabeza, ella le susurra algo y se ríen como si yo fuera el tema principal de su conversación.

—Pensé que no vendrías. —dijo la pelirroja en un tono de decepción

—Ni yo, pero no sabes lo bien que se siente salir de ese encierro. —estira sus brazos sonriente y su amiga se ríe.

—¿Oye y tú vejete... digo tu esposo?

Elena hace un gesto de desagrado cuando su amiga menciona a Ivanov, tal parece que la relación entre ambos no va tan bien como me lo esperaba.

—Ash, a ese ni me lo menciones y deja decir que es mi marido que sabes perfectamente que lo odio y no soy su mujer. Nunca lo voy a ser.

Eso suena más interesante aun, pensé que lo amaba, pero ahora veo que es todo lo contrario, supongo que puedo sacar ventaja de esto. Quien diría que alguien que lo tiene todo es tan infeliz y por si no fuera poco odia al que le dio todo.

—Amiga, pero no es tan malo y lo sabes, además, en la posición en la que te encuentras ahora debes aceptarlo porque no puedes hacer nada. ¿Por qué no le das una oportunidad? Tal vez así te dejé toda su fortuna porque al paso que vas es más probable que se la deje a ese idiota de Sergey.

—Para ti es fácil decirlo porque te gusta Aleksei. Yo estoy aburrida de el yo quiero mas, mas potencia y sabes de lo que hablo.

Todo su tema era de su dichoso matrimonio, si mis enemigos me vieran en esta posición sería el hazme reír de todos ellos, es más, estaba seguro que el departamento ya lo sabe y están gozando de mi desgracia.

—Oye Arthur.. —reacciono al escuchar la voz de la amiga de Elena hablarme. —¿Tú tienes esposa?

—No. —farfulle.

—¿No deseas una sensual y hermosa chica de veintitrés años como mi mejor amiga?

—¡Alisa! —Elena la reprende bufando. Me rio porque las ganas que tengo por sus provocaciones son enormes

—¿Qué?, —se encoge de hombros —¿O me vas negar que tú escolta no es todo un manjar?.

Elena me observa de reojo haciéndome ladear una sonrisa maliciosa y ella con una sonrisa traviesa me devuelve la mirada incitadora

 —No digas estupideces. —musita caminando.

—¿Qué dices Arthur?  —interroga su amiga de nuevo viendo a mi.

—No me interesa la oferta, —dije tajante. —Prefiero a las mujeres más desarrolladas, en todos los sentidos.

—¿Acabas de llamarme poca cosa?. —Elena se voltea furiosa.

—Solo dije lo que pienso. —me encojo de hombros.

—¡Eres un idiota cuando te lo propones! —suelto la maleta por el pisotón que me dio. —Te mereces eso y más, por idiota.

 Se adelanta dejándome con su amiga que solo se ríe de mí, cabreado la fulminó con la mirada y ella solo se encoge de hombros.

—No debiste decirle eso. —dijo burlesca su amiga al ver que se aleja de nosotros. —Ella es un poco sentimental y odia que la menosprecien.

—Si claro. —murmuro conteniendo mi coraje. —¿Dónde dejo esto? —señalo la maleta retomando mi postura con un dolor punzante en uno de mis dedos.

—Bueno, déjamela, yo llevo la maleta de Elena.

Ella toma la maleta para después entrar a la misma habitación que Elena había entrado después del enorme pisotón que me dio.

Exasperado paso mis manos por mi rostro, es la primera vez que me topo con una mujer de este tipo, ¿No sé cómo lidiar con ella? Es como si tuviera múltiples personalidades, es demasiado irritante

—¡Juro que en cuanto pueda, me largo! —mascullo cuando veo que me encuentro solo en el pasillo.

Toda la tarde me la pasé observándola nadar y conversar con su amiga hasta que noté que había tomado en exceso, ya era de noche y algunos chicos notaron su ebriedad, su amiga ya no estaba con ella.

Pase años de entrenamientos que me llevaron a enfermarme toda mi vida, pase por tantas cosas que dejaron secuelas en mi vida que nunca logre sacar de mi cabeza, pero, ¿para que viví todo eso?, para terminar, siendo el escolta de una mujer que me desquicia con su comportamiento irracional.

Fruncí el ceño al ver que un estúpido que estaba bailando con ella y por si no fuera poco este comenzó a tocarla, no sé que se propone ella dejando que ese tipo la manoseara, pero tampoco dejaría que se burlara en mi cara porque así es como lo siento ahora mismo.

Ya había pasado mucho tiempo desde que salimos de la casa así que dispuesto a sacarla de este lugar me acerqué y empuje al hombre que era al menos mayor tres o cuatro años que ella.

—¡¿Qué te pasa?! —dijo el sujeto ebrio y molesto al ver que lo alejo de ella. —¡Yo la vi primero así que está chica es mía!

Cabreado lo tomo de su camiseta.

—Esta hembra ya tiene dueño así que búscate otra.

—¡¿Acaso no sabes quién soy?!.

—No, y no me interesa. —lo empujo nuevamente tomando del brazo a Elena para llevarla a casa.

—¡Ahora verás!..

De pronto me toman del brazo para después recibir un puñetazo, ya cabreado exploto y cuando intenta golpearme de nuevo detengo su golpe con mi brazo izquierdo usándolo como escudo para luego darle un derechazo cargado de furia que contuve desde que la conocí a ella.

—¡Maldito infeliz!

Intenta golpearme de nuevo, pero de un solo golpe en la boca de su estómago le saco el aire haciéndolo que se incline hasta caer de rodillas frente a mi.

—¡Te arrepentirás... de esto!

—Jamás me arrepiento de nada. —limpio mi mano la sangre que había en mis nudillos. —Mantente lejos de ella. —advertí

—No te.. metas con Arthur.. —Elena se acerca al tipo que acabo de golpear riéndose. —El.. me va.. proteger de cualquiera que intente...

Ella se ríe de nuevo cuando la tomo de la mano, muerde su labio inferior cuando me mira a los ojos.

—Ya cállate y vámonos de aquí. —la cargo sobre mis hombros como si fuera un saco.

—¡Juro que me van a pagar esto!

—Buena suerte con eso. —ella se ríe en su cara.

Tomando sus cosas con mi mano libre salimos de la casa de la amiga de elena, al salir y llegar a su casa ella se reía mientras dice incoherencias entre ellas, lo caliente que estaba y que quería sexo.

Estaba demasiado ebria, no tengo idea de cuanto tomo pero estoy seguro que lo suficiente como para que ni siquiera pueda mantenerse de pie. En verdad que parezco mas una niñera que un guardaespaldas.

—Arthur... ¿Por qué... eres tan gruñón? —bufa haciendo pucheros. —¿Acaso me odias?

—Tengo mis motivos. —la dejo caer sobre su cama. —Ahora duérmete.

Estaba por retirarme de su habitación, pero ella me toma de la mano y luego solo sentí sus labios sobre míos, eran suaves y carnosos, tan dulces que me provocaron hormigueos en cierto punto de mi cuerpo que intento controlar.

Ella sigue moviendo sus labios sobre los míos, no se rinde, aunque el alcohol aun este perfumando sus labios, estos no pierden la calidez y una dulzura tropical, le correspondo al profundizar el beso, sus labios eran la Gloria, un beso que jamás había disfrutado y saboreado con tanto placer.

—Arthur... —musita entre besos. —Hazme... tuya.

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