Lin y yo intercambiamos una mirada, y finalmente suspiro.
—Sí, ellos —admito, alzando las manos en señal de rendición.
Artem me mira como si acabara de decirle que el sol sale por el oeste.
—¿Kate? ¿Ese témpano de hielo? —su tono es incrédulo, pero luego sus ojos se entrecierran—. ¿Y tú te quedas