—Un poquito —repito, asintiendo lentamente—. ¿Y por qué estabas ahí?.
—Es que Thea…
—Ah, claro —murmuro con una ligera sonrisa irónica—. Parece que ni el matrimonio ni un embarazo pueden calmar las hormonas de tu amiga.
—Alaric… —protesta haciendo un puchero adorable—. Te juro que no vimos nada m