Respiro hondo, tratando de contener las lágrimas que amenazan con brotar. He llorado tantas noches a solas que creí que ya no quedaba nada.
—No me dejes —susurro, con el alma en cada palabra—. Quédate conmigo, dame una última oportunidad. Ámame… aunque sea una vez más.
Los murmullos a nuestro alre