—No —me niego, con el corazón latiendo como un tambor—. Necesitamos hablar. Solo unos minutos, ¿sí?.
—Ya hemos hablado muchas veces —contesta, sin mirarme aún—. Yo… te dije que…
—Tenía que hacerlo —la interrumpo desesperado—. No podía seguir con esta agonía, Aisling. Yo… no puedo vivir sin ti.
Lo