Ambos fruncen el ceño. No están de acuerdo. Era obvio.
—Nuestra hija no debe ir a la cárcel —declara el señor Adams—. Podemos llegar a un acuerdo, pero exigimos que Margaret no sea procesada. Hay otras maneras de reparar los daños sin arruinar su vida.
—¿No ser procesada? —mi tono es frío mientra