Me agarra por la barbilla, obligándome a levantar la cabeza para mirarlo. Sus ojos, intensos como siempre, me tienen atrapada.
—Espérame aquí —ordena antes de besarme de forma brusca, casi agresiva, como si quisiera dejar claro que sigo siendo suya—. Y no intentes nada, por tu propio bien.
Luego s