Un escalofrío helado me recorre, golpeándome como un puño en el estómago. ¿Lo mató? ¿Se atrevió a ponerle un dedo encima? Mis manos empiezan a temblar con solo imaginarlo, el miedo clavándose en mí como un veneno que no me deja pensar con claridad.
Respiro hondo, obligándome a calmarme. No puedo en