Bruck es un joven seductor por encargo que la está pasando muy mal, puesto que está cada vez más aburrido de su trabajo que consiste prácticamente en complacer sexualmente a todx quien se les indica previas instrucciones por gente poderosa. Su objetivo es ahorrar la suficiente cantidad de millones como para que su amante feminista millonaria lo tenga en cuenta y decida casarse con él. Todo parece indicar que cada vez le queda menos trabajo producto de lo cada vez más atractivas que son las ofertas, pero aparecen y desaparecen personajes solo con el fin de que percista en su labor; Un millonario homosexual llamado Hugan que le hace la corte, su propia feminista millonaria que lo ha estado recomendando a muy buenos precios durante el último tiempo y sobre todo la mismísima y atractiva gobernadora de la ciudad, quien le proporcionará más de un dolor de cabeza involuntario producto de un objetivo que con el paso del tiempo va perdiendo cada vez mas consistencia.* Escenas altamente explícitas (Prácticamente desde el principio)* Comedia* Romance* Poder* Amor millonario
Leer másEstaba echado en el sofá. Con mi mano derecha sostenía mi teléfono y con mi mano izquierda me masturbaba mirando el último video que me había enviado mi feminista millonaria con el fin de que fuese utilizado para aquellos sanos menesteres.
El día estaba horrible. Desde mi posición podía presenciar las nubes negras que se iban formando en las alturas producto del temporal que se había anunciado por el espacio meteorológico del noticiario y sentí un poco de lastima pasar aquella lluvia en tan miserable y amarga soledad en mi departamento con terraza ubicado en aquel barrio que, pese a ser antiguo, tenía algo de merecido prestigio social producto de su alta tradición histórica.
Algo debía ocurrir con mi mente, pensaba, puesto que no estaba tan concentrado en lo mío como otras veces, otroras fructíferas jornadas durante las cuales solía esparcir rápidamente un buen chorro de aquel líquido espeso y caliente por los aires, lo cual se llegaba a transformar en un lindo espectáculo audiovisual tras haberlo editado en una aplicación de vídeo que había comprado especialmente para aquello, ya que disfrutaba enormemente cuando mi feminista millonaria me felicitaba por mis performances y por la calidad del material que le enviaba.
Sin embargo me pasaba que durante el transcurso de aquél pausado sube y baja me quedaba pegado en eso de que estaba odiando cada vez más mi trabajo y a consecuencia de eso sentía que lo hacía cada vez más con menos ímpetu.
Decidí terminar luego. Había decidido desabrocharme el cuello de la camisa y tomé la determinación de acelerar todo aquello, puesto que mi verga estaba asquerosamente dura y ya me estaba doliendo más de la cuenta tanta acumulación de esperma. Estaba a punto de disparar todo aquella ofrenda hacia el imaginario de mi feminista millonaria cuando sonó mi otro celular, ese que estaba puesto en la mesa de centro y que estaba siendo utilizando para registrar toda aquella maniobra con su maravillosa cámara.
— Aló —Dije, soltando un suspiro e intentando simular mi excitación— ¿Con quién tengo el gusto?
Aquel breve silencio lo atribuí a una absurda paranoia que tenía prácticamente desde que tengo uso de razón.
— Deme un minuto — Respondió una voz femenina bastante corriente.
Me costó eso de terminar momentáneamente con aquello y tuve que acomodar mis partes rápidamente, puesto que tenía la estupida manía de imaginarme que cuando me llamaban por teléfono todo lo que hacía era visto por quien me estuviese hablando en ese momento.
— Ahora sí— Respondió una voz que al instante la atribuí como masculina ¿Usted es Bruck, el gigoló? ¿O me equivoco?
No me gustó para nada esa voz masculina tan exageradamente amanerada que se notaba que estaba siendo hecha a propósito.
— No soy ningún gigoló —Dije—. Retractese de inmediato o corto al instante esta llamada—. Culminé, fingiendo voz de un recepcionista programado.
Hubo otro breve silencio y yo ya estaba cansado de esos malos tratos. Luego esa voz continuó hablando:
— ¿Entonces como le llamo? ¿O me habré equivocado de número? Aquí dice que hay un servicio de seducciones por encargo ¿Estaré en lo correcto?
— Así es. Está en lo correcto y me gusta más que me hable así ¿Con quién tengo el gusto?Aquél diálogo parecía sacado de una mala serie protagonizada por gente chiflada:
— Aprovecho de mencionarle que es la única contradicción que voy a tolerarle —Dijo, aún más amaneradamente a propósito—. Yo ya sé a lo que usted se dedica y no me costaría mucho dejarlo mal parado en las redes sociales, si es que quiere que le sea sincero desde un principio, así es que bajo esa premisa preferiría que utilice un poco más de respeto para comunicarse conmigo.
Estaba acostumbrado a las amenazas y siempre llegaba hasta ahí cuando decidía defender mi dignidad, puesto solía no haber respeto hacia mí y hacia los de mi rubro, pese a que yo era el mejor de todos y prácticamente ya no tenía competencia en términos de lograr objetivos difíciles en términos de seducción.
— ¿Como anda su nivel de cultura general? Responda rápido, por favor.
No sabía qué contestar para dar la típica impresión de asertividad que se requería en estos casos, a sabiendas de que ese tibio nivel de cultura general que tenía no era ni muy alto ni muy bajo.
— En aumento —Opté por responder— ¿Por qué?
— Necesitaría que estudie algo de historia universal de manera urgente. Ahora necesito que me responda otra pregunta: ¿Por lo menos tiene usted la capacidad de conservar cualquier tema de conversación por lo menos por cinco minutos? Me refiero a conservarla con gente que cuente al menos con un nivel básico de cultura y refinamiento.
No entendía a que diablos se refería el tipo ese con esas preguntas tan nivel aleatorio máximo mezclado con una muy poco fina pretenciosidad.
— Hasta el momento ninguna se ha quejado— Respondí, intentando exagerar al máximo mi impresión de sorpresa por aquel tono de voz masculino cada vez más desagradablemente amanerado hecho a propósito.
Suelo recibir trabajos en los cuales tengo que saber cómo infiltrarme o personificarme, pero nunca había recibido una pregunta así de burda y tan poco específica desde un punto de vista profesional y aquel asunto, si ya me había cabreado de entrada, me había cabreado aún más en términos generales, pese a que aún no tenía idea en qué me estaba metiendo exactamente hasta ese momento.
— ¿Historia universal? —Pregunté, lo menos humilde que pude—¿Para qué? ¿De qué sirve eso si tengo la verga que tengo?
Pese a que no me estaba tocando seguía mirando el video de mi feminista millonaria. Casi sentí deseos de reanudar aquello, puesto que las píldoras rojas que me estaba echando solían permitirme estar en dos lados a la vez, cada vez de forma más consciente y segura y eficaz.
Quería continuar, ya que el trabajo ese con mi feminista millonaria era el único que estaba disfrutando hacer durante el último periodo, pero al mismo tiempo no me podía dar el lujo de rechazar una solicitud de trabajo de esas que se notaba de entrada que eran de las grandes, por muy desagradable que esta fuese, puesto que al mismo tiempo me urgía contar con los medios suficientes como para poder estar tranquilo al momento de pedirle matrimonio a mi feminista millonaria si o sí la próxima vez que me viese. El objetivo final era ese, ser millonario y estar a la altura de ella y para eso había que seguir aceptando esos úlltimos cochinos trabajos
— ¿Podemos hacer una video llamada para explicarle mejor?— Me preguntó el tipo ese.
— ¿Para qué?— Pregunté, haciéndome el inocente. — Solo respóndame un sí, querido. La paga es espectacular. — ¿Qué tan espectacular? — Lo suficiente como para hacer un buen negocio que le permita abandonar su vida de m****a, mister Bruck. Si usted se lo propone este podría ser definitivamente su último trabajo final y así ponerle un broche de oro a su carrera, que por lo demás también es una m****a, al igual que su día de m****a.Aquello despertó por completo mi interés.
Debía ponerme en modo tolerar humillaciones, sin embargo y al mismo tiempo ya estaba harto de eso y no tenía muchos deseos de venderme de aquella forma, por muy necesitado de millones que estuviese.
Sin embargo había descubierto que en el trabajo era uno mismo quien tenía que darse valor. Solo había que rebajarse si es que el asunto realmente valía la pena y aún no me hablaban nada de cifras.
— Mire, señor —Dije, encendiendo un puro— Me interrumpió durante la mejor parte de mi día y de mi carrera de m****a. ¿Podría ser más claro por favor?
— Da igual para qué y para serle sincero, no me siento para nada culpable por haber interrumpido ni su día ni su carrera de m****a. En el momento mismo va a tener que enterarse, es parte del plan. ¿Puede o no puede hacerlo?— ¿Está seguro? — ¿Seguro de qué? — ¿De que esa va a ser su respuesta?Hubo una risa bastante irónica.
— Yo no estoy aquí para darle respuestas, míster Bruck. Yo estoy aquí para darle otra cosa. ¿Me entiende?
— No se preocupe—Respondí, comprobando con espanto que la erección aún seguía firme y que para aliviarme necesitaba dejar de hablar con ese tipo lo antes posible—. Creo que ya entendí.Oí una carraspera antes de oír una referencia que estaba siendo la tónica de los últimos tiempos de este asqueroso trabajo.
— Su feminista millonaria es la que me ha recomendado —Dijo, casi sin respirar–. Ahora solo necesito que se ponga cómodo. ¿Entiende ahora a lo que me refiero?
Seguía no inspirándome confianza aquella voz masculina tan fingidamente amanerada, pese a que no se podía identificar del todo a alguna mala persona o algo parecido, considerando también que prácticamente me había gritado en la cara que mi vida era una m****a y que yo era un pobre imbécil producto de mi trabajo de m****a. Por supuesto que entendía a lo qué se refería haciendo uso de esas frases con su tono de voz tan asquerosamente sugerente.
— Si entendí y está muy bien— Le respondí, casi desesperado por cortar—. Lo llamo dentro de 5 minutos.
El tipo ese colgó y consideré enfáticamente que tal vez ya no era prudente seguir en lo mío y lo de mi feminista millonaria, por lo que opté por ir a darme un baño tras tragarme otra píldora roja con el fin de prepararme para lo que se me venía, ya que uno jamás iba a tener la receta exacta para saber a que atenerse en esos casos, por mucha experiencia en el mercado que uno tuviese.
Luego esperé a que me llamaran.
Una vez que Doniv se retiró de mi habitación decidí meterme inmediatamente al jacuzzi, y cuando ya estaba instalado ahí en medio de aquella fina mezcla de agua tibia y otras sales y líquidos misteriosos marqué el número de la gobernadora de la ciudad, quien me contestó de inmediato.— ¿Cómo estás, Bruck? ¿Todo bien?No sabía si estaba todo bien, ya que no estaba para nada acostumbrado a ese tipo de cosas, mucho menos a las preocupaciones sinceras hacia mí por parte de chicas tan importantes para el funcionamiento del sistema como la mismísima gobernadora de la ciudad.— Acá estoy —Respondí—, pensando en que hacer de aquí en adelante con esta vida que recién comienza.— ¿Y qué es lo que te gustaría hacer con esa vida que
Tras haberme quedado un buen rato fumando y mirando por la ventana las luces de la ciudad por lo alto, recién logré asumir que todo lo que aparecía en aquella carta era el pasado y que lo único que importaba era el presente. Pese a que eran asuntos que recién se me habían revelado, algo intuía sobre el tema, por lo cuál prácticamente no hubo grandes sorpresas ni decepciones en mi interior.Estaba algo mareado y comencé a dar vueltas por alrededor de mi habitación. Maldita ansiedad, repetía constantemente. Estaba en lo mejor de aquello y recibí el sonido del timbre de mi habitación. Era Doniv, quien lucía bastante diferente con aquella peluca melena negra. También llevaba ropa distinta.— ¿Y tú? —Me preguntó, apenas e
Lindo Bruck:Lo que hiciste por mí no tiene nombre, puesto que lograste, tal vez sin querer queriendo, que yo haya por fin recuperado mi fe en la humanidad, puesto qué, como bien debes saber, esto de la verdadera justicia ha sido un asunto dominado única y exclusivamente por los hombres durante los siglos de los siglos.Tal vez realmente no estés tan consciente de lo que ocurrió o de lo que está por ocurrir, pero sumando y restando, a fin de cuentas todos obtuvimos lo que merecimos tras haber derrocado a ese nefasto sicópata del sexo llamado Hugan. Unxs ganaron y otrxs perdimos y al fin y al cabo terminamos obteniendo exactamente lo que merecíamos.Deberías saber más de Hugan. Hugan llegó hace ya unos años a este país secreto en medio de la nada, puesto que aprovechó aquella época en la cual nosotros decidimos abrir nuestras fronteras con
Una vez que la policía se llevó definitivamente a Hugan y a Carok, con Doniv logramos escapar de ahí. Me condujo por una salida casi secreta y desde ahí teníamos que rodear toda aquella manzana a pie para ir a buscar su coche.— ¿Fuiste tú, cierto? —Me preguntó ella.— ¿A qué te refieres?— ¿Tú organizaste esto para que Hugan cayera detenido? ¿Eres poli o algo así?Lo que más me había encargado mi feminista millonaria era que jamás en la vida nadie llegara a enterarse de aquel plan secreto. Si cumplía con aquello lo más probable es que Hugan quedase ahí en la carcel hasta la tumba, puesto que estaba bastante en la mira, sobre todo tras haberse descubierto aquella vaina de la pedofilia.— En serio que no —Respondí.
Una vez que mi feminista millonaria por fin logró buscar lo que encontraba al fin pude relajarme de veras, puesto que faltaba solo la parte más burda del plan para poder llevarlo a cabo por completo.Doniv estaba extremadamente cariñosa conmigo y yo también lo estaba con ella. Había una química algo extraña ahí, netamente sexual, pese a que nos esforzabamos al máximo por disimularlo. Habíamos terminado ya de comer y nos habíamos trasladado inmediatamente a la zona de los amplios sillones con la mesita de mármol al centro. Daba la impresión de que nada de lo nuestro era fingido y lo estabamos disfrutando cada uno por su parte, desde nuestras respectivas trincheras haciendo uso de nuestros respectivos vacíos emocionales, puesto que era una linda manera de expresar ese vínculo alt
Simplemente era increíble haber llegado ahí, puesto que aquello si que era realmente un club de millonarios, tal cual como había dicho Carok, quien al parecer conocía aquel lugar mucho mejor que yo.Dijimos nuestros respectivos nombres en la recepción y nos guiaron hacia una terraza exclusiva propiedad de Hugan, la cual contaba con servicio propio y una laguna artificial en la cima de un cerro, lugar desde el cual se podía ver toda la extensión de aquel monstruoso campo de golf.Siéntese acá —Dijo una de esas gentes—. Hugan viene enseguida.Todo ahí era de lujo; mesa de centro de mármol, carpetas de seda y copas y vasos de un cristal que no tenía nada que ver con el crist
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