Capítulo 2

La videollamada apareció en el momento justo en el cual terminaba de vestirme con pantalón de buzo y polera de equipo de fútbol desconocido que me había regalado un supuesto futbolista por yo haber logrado que su mujer se divorciara de él tras haberla grabado mientras se la clavaba por detras en el baño de un restaurant de lujo.

Una vez que acepté la comunicación no me gustó lo que vi. Eran un tipo y dos chicas. El se veía más o menos viejo sin serlo del todo y era calvo y tenía un aspecto de mal oliente que incluso llegaba a percibirse desde el otro extremo de la pantalla. Ellas eran unas jovencitas bastante sexys, quienes cruzaban sus piernas de una manera que se notaba que cuyo único objetivo en la vida consistía en seducir a alguien por encargo, al igual que yo. 

De todos modos las chicas tenían una sensualidad demasiado natural y de entrada se notaban que eran de las muy buenas, en todo el sentido que abarca aquella frase. 

— Buenas tardes, mister Bruck —Dijo el tipo— Yo soy Hugan y la rubia es Clavka. La Morena es Doniv. 

Ambas chicas sonrieron a la cámara e hicieron unas señas de saludo muy gentiles y bastante forzadas. Clavka tenía mejores senos que piernas y era más baja, mientras que el atractivo principal de Doniv consistía en sus piernas de longitudes precisas y en su culo, cuyo volumen era preciso y confortable. Luego me quedé mirando mi otro teléfono, ese en donde anteriormente se veía el video de mi feminista millonaria, ese que estaba guardado desde una vez que ella decidió grabarse con su teléfono mientras cogiamos cierta tarde en el jardín de su palacio.

— Le sugiero que salude correctamente, Gigoló miserable— Oí de la nada.

Sonreí con todas mis fuerzas. Recién ahí reparé que era la maldita voz que fingía ser amanerada a propósito la que se dirigía a mí en esos términos tan desagradables en ese momento.

— Muy bien, mister Bruck —Dijo Hugan– Ahora necesito que se vaya desvistiendo.

Lo hice sin ganas, puesto que al menos me hubiese gustado hacerles algunas preguntas antes, como a quien tenía que seducir por encargo y todo eso y cual era finalmente el objeto de aquella llamada, aunque era obvio. No llevaba ni cinco minutos con esa gente y ya me estaba sintiendo asquerosamente acosado y cosificado.

— ¿Y? —Dijo Hugan— Chicas, ¿Qué opinan? 

— Me gusta —Dijo Doniv—. Se nota perfectamente correcto que entiende bastante bien eso de hacer el papel de chico cohibido. 

— ¿Y tu Clavka? ¿Qué opinas?

Doniv comenzó a lamerse un dedo mientras al mismo tiempo me miraba fijo y se levantaba un poco su falda, exquisitamente ajustada en lo que yo a esas alturas consideraba como un universo paralelo a mi existencia producto de lo enamorado que estaba. De cierta forma se había enterado de lo que me gustaba de ella y se notaba que apreciaba mucho su trabajo y que se esforzaba en  hacerlo bien, puesto que tenía una disposición muy perfectamente natural a todo lo que ocurría en ese momento a pesar del saludo forzado.

— Ni idea —Dijo Clavka—. La verdad es que me da lo mismo. Yo solo quiero chupartela, Hugan. Te transformaste en el hombre más rico de la ciudad y no puedo pensar en nada más que en chupartela ¿Me darías permiso para chupartela, Hugan? 

— No he entrado a la ducha en tres días, Clavka. No sé si tengas ganas de echarte a la boca una verga que está podrida y hedionda por tanto masturbarse pensando en todos esos tipos a los cuales me gustaría metersela. Además de que tu sabes que he estado enfermo últimamente. La verdad es que queda a tu criterio.

Recordé que una vez conocí a una chica que confesó que le encantaba practicar sus pasiones orales sobre vergas que estaban al borde de un estado puro de  putrefacción. 

— Tu eres el hombre más millonario de la ciudad —Le dijo Clavka mirándome fijo, así como burlándose de mi no millonaria mirada—. Los millonarios como tú pueden hacer lo que se les antoje con sus vergas. Si te la rociaras con residuos tóxicos me moriría de ganas de chupartela igual.

Acto seguido y sin esperar respuesta Clavka se puso de rodillas en el suelo, subiéndose un poco la falda y posicionándose de espaldas hacia la cámara. Se le veía un buen culo, cuya redondez hacía una especie de contrapunto perfecto con el final de su espalda. Luego se acomodó el cabello y acercó su cabeza a la entrepierna de Hugan, quien se desabrochó el cinturón y se deshizo en el acto de un ridículo y asqueroso pantalón de lana que llevaba puesto por debajo de los jeans. Ella tomó los últimos botones de su camisa y procedió a acariciarle sus ridículos calzoncillos que llevaban botones.

— Bruck, ¿Cierto? —Dijo Doniv. 

— Sí —Respondí, intentando no mirar ni a Hugan ni a Clavka. 

— ¿Serías tan amable de ponerte de pie e ir quitandote los pantalones? 

— Yo aquí estoy atento —Dijo Hugan, hundiendo la cabellera de Clavka en su entrepierna con un brusco manotazo—. No creas que no te estoy mirando fijo, miserable gigoló. 

No quería por ningún motivo enfrentarme a esa asquerosa mirada de Hugan, por lo que demoré lo más posible en aquel trámite con la vista fija hacia el suelo. Recordé que rato atrás me habían preguntado por mi nivel de cultura general y me reí burlesca y espontáneamente, por lo que terminé quitándome los pantalones de la forma más vulgar que se me ocurrió en ese momento, así como se los quitan los futbolistas cuando estan en la banca y deben entrar lentamente a la cancha porque el equipo necesita hacer tiempo.

— Me encanta —Dijo Doniv—. Te juro que me encanta. El papel de chico tímido te sale exactamente correcto. ¿Qué opinas Hugan? 

— Opino que Clavka me la está mamando de una manera muy deliciosa —Dijo—. Lamentablemente de mister Bruck no he mirado nada que valga la pena mirar aún. Ese pecho y esos brazos pueden ser de cualquiera ¿Que crees tú que debería hacer mister Bruck para que yo pueda mirar algo que realmente valga la pena? 

— No seas impaciente, dueño mío —Le respondió Doniv, de forma bastante teatral— Lo importante es que Bruck lo haga cuando este esté lo suficientemente estimulado.

En ese momento Clavka hizo un rápido movimiento y en cosa de segundos estaba a cuatro patas sobre el sofá. Más que hacerle sexo oral a Hugan parecía que su juego consistía en escondersela en la boca y exhibir sus senos, puesto que solo movía su cabeza de arriba hacia abajo, de una manera bastante torpe y sin nada de determinación que, al igual que la voz amanerada de Hugan, se notaba bastante que era hecha a propósito.

— Bruck —Dijo Doniv, echándose hacia atras y tocándose suavemente (Había un contraste enorme entre lo que era su forma de hablar y su exquisita técnica para saber provocar tocándose)—. Necesito que te concentres.

Me toqué y no, me daba la impresión de que no se me iba a poner dura con nada por culpa de estar pensando en otra mujer. Lo sentía bastante porque consideraba que la delicada figura de Doniv era evidentemente algo demasiado confortable y conmovedor como para palparla en vivo y en directo y daba bastante pena no hacer justicia con todo eso que ella tenía potencialmente para entregar en una instancia que no fuese la que era virtual. 

Acto seguido Doniv comenzó a masturbarse y a gemir teatralmente. En otros tiempos me hubiesen excitado sus tetas qué, si bien no eran tan grandes, lucían tímidas y con personalidad a la vez. Ponía los ojos blancos y era bastante buena en eso de sacarle partido a los sonidos femeninos de placer.

— ¡Haz algo, miserable gigoló!— Gritó Hugan, nuevamente hundiendo la cabeza de Clavka en su entrepierna con un brusco manotazo— ¿Acaso no ves como has dejado a Doniv?

Francamente me parecía absurdo verlos ahí haciendo esas cosas como si nada pasara y sin previo aviso. Simplemente no podía concentrarme. Era asquerosamente evidente que ninguno de ellos disfrutaba de lo que hacía y eso, por muy millonarios que fuesen, me causaba una pena enorme, sobre todo por el hecho de que ellos estaban pagando para vivir eso.

Se me ocurrió aprovechar un momento en el cual nadie me miraba y decidí concentrarme en mi otro teléfono, ese que utilizaba para comunicarme con mi feminista millonaria. Pulse el touch y ahí estaba ella, gozando mientras de ella entraba y salía una verga que no era nada más y nada menos que la mía. Se me puso dura en el acto tras estar realmente consciente de que era yo mismo quien se la clavaba.

– Sácate todo —Dijo Doniv— Hugan quiere ver eso que tienes ahí y yo también. 

Sin saber que hacía del todo saqué mi herramienta de trabajo. No era muy difícil disimular lo que hacía al no estar para nada pendiente de lo que hacían ellos para excitarme precisamente, por lo que me bastó mirar el culo a cuatro patas de mi feminista millonaria para despertar toda mi excitación y cerré los ojos y me concentré al máximo, sin reparar en lo que acontecía alrededor. Ultimamente se me daba bastante eso del sexo virtual producto de la pandemia y lo disfrutaba bastante, pese a que no hay nada como el precioso sexo físico. Mi feminista millonaria a cuatro patas y yo entrando y saliendo de ella con una fuerza descomunal era lo mejor de la vida, pensaba, pensando en todos los castigos que ella debia merecerse por mantenerme ahí, tan abandonado durante esa cochina tarde de invierno, en donde los sonidos de placer tanto ajenos como propios se mezclaban y se fusionaban para realizar lo que era la definición perfecta de lo que era una muy bien organizada orgía digital.

— ¡Hermoso! —Decía Doniv, masturbándose por encima de su ropa interior y hablando con ese tonito que era como suplicante en cualquier mujer cuando querían que se la metieran—. ¡Me muero de ganas por chupartela!

— ¿Podrías acercar tu verga más a la camara, maldito imbécil? — Interrumpió Hugan.

Aquello se me hizo un poco más fácil de lo que se me hubiese hecho si es que no hubiese tenido los ojos cerrados todo el tiempo. Aquello significaba lisa y llanamente que podía concentrarme a full en mi feminista millonaria. La tenía más que asquerosamente dura nuevamente y la concentración fluyó un montón al reflexionar la posibilidad de que tal vez mi feminista millonaria me vendría a visitar si hacía las cosas bien y me la imaginé sentada arriba mío, moviendo su pelvis solo como ella lo sabía hacer, lo cual era un deleite absoluto para mis ojos que miraban el momento exacto ese en el cual mi verga entraba y salía por aquel maravilloso agujero.

Sabia que podía conseguirlo. Los ruidos seguían mezclándose por culpa de los dispositivos que había a mi alrededor y ahí estaban, para formar una ensalada de gemidos y sonidos de ambiente, dentro del cual yo intentaba gemir mucho más fuerte.

Todo iba bien hasta que se me ocurrió mirar lo que los demás hacían; Clavka continuaba en lo suyo de una manera que cada vez se superaba más a si misma y Doniv se contorsionaba mirando la nada mientras que Hugan me observaba, así como esperando muy tranquilamente a que yo me dignase a mirarlo.

— Acerquese— Me dijo, con una voz muy amablemente amanerada.

Me acerqué. 

— Ahora quiero que lances toda tu esperma y apuntes inmediatamente hacia la cámara y que lo hagas única y exclusivamente para mí. Quiero que te acomodes lo suficientemente bien como para poder ver algo de tu odioso y amable rostro.

Pese a que iba a ser asqueroso mirar lo que podría llegar a hacer Hugan con todo aquello procedi rápidamente. Solo era cosa de volver a cerrar los ojos. Recordé esa primera vez que mi feminista millonaria me masturbó con sus pechos y continue firme, ignorando tanto mis creencias como todo lo que había a mi alrededor. Tomé mi teléfono y lo apunté única y exclusivamente hacia mi verga, eligiendo mi ángulo favorito, uno donde no se me veía la cara pero a cambio se me notaba algo de mi boca y del pecho y gran parte de mi abdomen, absolutamente plano. Me concentré en ella y en mí y aquello no fue tan difícil de conseguir, por lo que fue solo asunto de imaginarme que acababa en la boca de mi feminista millonaria, la cual era demasiado receptiva para aquellas acciones cuando andaba de buenas.

— ¡Oooooooh! — Gritó Doniv, pegada a la escuálida verga de Hugan sin hacer nada con ella, esforzándose en acabar y deslizando sus dedos de manera frenética al mismo tiempo que miraba a la cámara concentradamente.

Vi que Hugan comenzaba a masturbarse y me dió un montón de asco presenciar a Clavka desnuda y echada en el suelo lamiendole torpemente los testículos.

— Acerqueme su esperma, jovencito— Dijo.

Lo hice, cerrando los ojos y no pensando en nada más que todo eso terminara rápidamente y así fue. Luego descubrí que había depositado una enorme mancha en el sofá cubierto de seda que me había comprado recientemente aprovechando una oferta pandémica que pillé por internet.

Luego fui al baño y me pegué una ducha de alrededor de un minuto. Luego me vestí y cuando volví aquel trío digital estaba perfectamente incorporado como si nada hubiese pasado. Daba la impresión de que la videollamada estaba recién comenzando y que todo eso era algo así como una simple reunión de pauta, puesto que las chicas estaban vestidas y el tipo ese ídem. 

— Muy buen nivel de virilidad —Dijo Doniv— Creo que es el indicado. 

— No estoy tan segura —Dijo Clavka—. Yo no pude ver nada. 

— Gracias chicas —Dijo Hugan, sin abandonar en ningún momento su voz asquerosamente amanerada—. Supongo que si opinan de manera diferente es porque soy yo quien va a tener que tomar la decisión.  

— ¡No es justo! —Dijo Doniv—. ¡No es justo que la perra de Clavka opine si no vio nada de lo que yo vi!

Hugan se concentró visualmente en ella antes de responderle

— Da igual, Doniv, da igual. Acá en esta pareja de tres se respetan las posturas distintas. Si ella no quiso mirar es por algo y tu y yo tenemos el deber de respetar sus motivos. ¿No te parece?

Hubo un silencio que fue atribuido a un suspenso y tras decirle algo a Clavka al oído Hugan tomó la palabra.

— Se llama Evka y es escritora y es una amante de la historia universal y la literatura y el arte en general. Hoy a la noche se conocerán y tienes que llevartela a la cama esta misma noche.

— ¿Y no será mejor que me des contacto de sus redes sociales y así la investigo un poco más antes de presentarme? ¿No será eso mejor considerando lo primero que preguntaste?

— No me parece muy buena tu idea porque no recuerdo lo que te pregunté —Dijo Hugan, burlescamente— Acá se hace lo que yo digo y por supuesto que nada de sus redes sociales. En estos precisos momentos Clavka te está transfiriendo cien millones. Si logras que pase la noche en tu departamento Clavka te transferirá cien millones más ¿Estamos de acuerdo?

Casi me desmayo cuando oí aquellas cifras. Con eso era suficiente como para pedirle matrimonio a mi feminista millonaria. Tal vez estaba ante la presencia del último cochino trabajo de mi vida.

— ¿Y no podría darme siete días por lo menos? 

— Tiene solo siete horas, Mister Bruck. Por mensaje le he enviado algunas indicaciones básicas y tienes que conseguirte algunos de los libros que ha escrito bajo seudónimo, hay unos cuantos por la ciudad. Ya que eres tan habilidoso deberías saber algo sobre su literatura esta misma noche. Buenas tardes, b****a asquerosa.

Hugan Colgó. 

Me quedé ahí, mirando aquella abundante cantidad de esperma que aún lo manchaba todo. Evka. Su nombre me parecía muy familiar. Luego me tomé una cerveza para descansar un poco y así relajarme algo para curarme de la maldita impresión que me proporcionaban esos cien millones que tardaban bastante en aparecer en mi saldo.

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