Capítulo 111. Efecto.
Johan contó los segundos y sin darse cuenta se metió al agua hasta el torso. El frío lo mordió, el salitre le quemó la garganta cuando inhaló profundo.
Salomé, abajo, por fin encontró la rabia. Sus dedos dejaron de temblar. Tiró del primer nudo con una fuerza nueva, sintió cómo cedía la cuerda, el plomo moviéndose cuando lo elevó y en lugar de cargarlos bajó un poco más para que la cuerda no estuviera tensa. “Uno menos”. El pecho ardía, pero su mente no iba a poder con ella. Pataleó, liberando el otro pie y de inmediato se impulsó lo más rápido que pudo.
Johan se movió, Eleazar tomó aire...
La mano tan esperada salió disparada con rabia urgida, atrapó la cuerda con una violencia instintiva. El tirón le quemó las palmas al alcanzarlo, pero no soltó.
El agua estalló cuando Salomé emergió con un jadeo brutal, rompiendo la superficie. Tosió, escupió agua salada, pero estaba viva. Sus ojos, inyectados de sangre, se encontraron primero con la figura de Johan que la miró como jamás lo habí