-No llores, mi amor, él no vale la pena. Estoy en completo shock. Tengo enfrente mío a Izac con una mirada pasiva, como si no hubiera pasado nada.
- Ven, vamos, te ayudaré. - Él me ayuda a pararme, pero yo me suelto de un jalón.
- ¡No me toques!
- Penélope, tú debes estar a mi lado.
- ¡Por Dios, Izac, estás loco! Yo no soy tu Penélope, ella está muerta, ¡entiéndelo! - Él, con un rápido movimiento, me pega contra la pared de manera brusca.
- Nunca vuelvas a decir eso, ¿me entendiste? - Yo asiento algo asustada por si cambia de humor, y me pregunto dónde estarán los hombres de Paolo, porque no vienen a ayudarme.
- Ahora quiero que tomes mi brazo y camines junto a mí hasta la puerta.
- ¿Y si no quiero? - Él me sonríe y saca una jeringa.
- Sé que estás embarazada, y si te inyecto esto en tu vientre, será letal para los bebés, así que tú decides. - Trago duro y veo esa jeringa de la cual le salen algunas gotas, cuando decido dar el primer paso, unas risas nos detienen, y al voltearm