Los dos se volvieron hacia Carlos.
—¿Por qué me miran así? —dijo él, rascándose la cabeza avergonzado.
—Carlitos, ¿a qué se dedica tu familia exactamente? —preguntó Talia con una mirada repentinamente suspicaz.
—Recuerdo que mencionaste que tus padres son... ¿funcionarios públicos? —comentó Lucía, dejando entrever que no se trataba de funcionarios comunes y corrientes, pero sin indagar más.
Talia, aunque extrovertida, tenía suficiente tacto. Sabiendo que los hijos de altos funcionarios suelen ser discretos, entendió por qué no lo había mencionado antes y no insistió en el tema. Carlos suspiró aliviado.
—Haré todo lo posible para conseguirlo.
—¡Bien!
—¡Por el laboratorio! —exclamó Talia.
—¡Para que nunca más nos echen a la calle! —agregó Carlos.
Ambos miraron a Lucía, quien sorprendida, respondió instintivamente: —¿Vamos con todo?
—¡VAMOS! —gritaron al unísono.
Dicho y hecho, los tres se pusieron en acción inmediatamente. Apenas salió del edificio, Talia sacó su teléfono y llamó a su pa