—Yo... estaba cansado, quería descansar un poco antes de irme y me quedé dormido...
Paula rodeó el coche y se subió al asiento del copiloto:
—Perfecto, llévame a casa.
—Vaya, qué directa —bromeó Manuel, aunque su sonrisa se hacía cada vez más amplia.
—Bueno, ya que estoy ayudando, lo haré hasta el final. ¡Agárrate! —pisó el acelerador y el coche salió disparado.
—¡Joder! ¡Más despacio! ¡Aún no quiero morir, y menos contigo!
—¿Por qué no? Compartir tumba sería romántico, je, je...
Paula le lanzó una mirada asesina. Con la relación que tenían, ni muertos compartirían espacio.
Veinte minutos después:
Paula: —Déjame en la entrada, puedo caminar hasta dentro.
—¡No! ¡Aún no te he llevado completamente! —giró el volante y entró directamente al parking subterráneo.
—Gracias —dijo Paula, abriendo la puerta para bajar.
—Eh, ¿te vas así sin más?
Paula se detuvo: —¿Necesito pagarte la carrera?
—Je, je, no exageres, ¿qué clase de relación tenemos, eh?
Paula: —Ve al grano.
Manuel: —No he cenado, ten