Lucía no sabía si era mucho o poco, porque Daniel dejó de responder a sus mensajes.
Cuando terminó de hacer todas las empanadas, Lucía separó 10 y las puso en una bolsa hermética para llevárselas a Daniel. Pero después de golpear medio minuto su puerta, nadie abrió.
Sacó su teléfono y escribió:
[¿Profesor, está en casa?]
Esta vez Daniel respondió rápidamente:
[Estoy en el laboratorio]
Lucía: [Hice empanadas de cangrejo, te guardé diez. ¿Las recoges cuando vuelvas?]
Daniel empezó a escribir "Gracias pero no hace falta", pero a mitad de camino pensó que sería muy descortés rechazar así algo que la chica había preparado especialmente para él.
Además...
Parecería que estaba ocultando algo.
[Vale.]
Lucía guardó el teléfono y volvió a casa. Apenas había terminado de limpiar la cocina y sentarse, sin tiempo ni para beber agua, cuando llamó Paula:
—¡Cariño! ¿Y mis empanadas de cangrejo? ¿Ya están listas?
—Sí, sí, hice decenas hoy, suficientes para satisfacer tu antojo, ¡golosa!
Paula salía del