—¡¿Dónde están los guardias de seguridad?! ¡Deténganlos...!
En medio del caos, Celia dejó de fingir modales y gritó a todo pulmón—
—¿¡Dónde está Mercedes!? ¿¡Quién es Mercedes!? ¡Que salga esa desgraciada!
Celia y su hijo Fidel habían llegado a Puerto Celeste hace dos días. Lo primero que hicieron fue visitar a Sofía, que seguía hospitalizada, y después...
Se instalaron en la habitación del hospital.
Celia: —¿Hotel? ¿Acaso los hoteles son gratis? Esta habitación está perfecta, espaciosa y luminosa, ¡y lo mejor es que no hay que pagar!
—Pero solo hay una cama, tú y Fidel...
—¿Y eso qué importa? ¿Desde cuándo una madre y su hijo se preocupan por esas cosas?
Fidel, mientras se limpiaba los dientes después del almuerzo, asintió: —¡Exacto! Mamá y yo siempre dormimos juntos en casa, así solo usamos un aire acondicionado, ¡ahorramos dinero!
Al no poder convencerlos, Celia y Fidel se quedaron en la habitación.
Según las normas del hospital, las habitaciones VIP incluían una cama para acompañan