—Jenny, ¿es gota?
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno, la profesora Navarro también tiene esa enfermedad. Tengo una receta de hierbas medicinales que, aunque no la cura por completo, es muy efectiva para el dolor y tiene menos efectos secundarios que los medicamentos occidentales.
Los ojos apagados de Jenny se iluminaron al instante.
—¡Eso sería maravilloso! Pásame la receta cuando puedas, iré a la farmacia después del trabajo. Te lo agradezco muchísimo.
—No tienes idea, la abuela del niño no puede dormir noches enteras por el dolor, y los analgésicos no le funcionan. Me siento tan impotente por no poder ayudarla. Si esta receta funciona, ¡te invito a comer!
Lucía sonrió. —No hace falta invitarme a comer, no es nada.
—¿Se han dado cuenta —intervino Roberto— que desde que Luci llegó, siempre encuentra solución a todos los problemas? ¡Es como un amuleto de la suerte para nuestro laboratorio!
Boris, que acababa de entrar y solo escuchó el final, preguntó: —¿Qué amuleto de la suerte?
—Hablábamos de Lu