**ÚRSULA**
Corrí hacia la casa con el corazón acelerado, consciente de cada sonido, de cada movimiento a mi alrededor. El sol ya estaba alto, bañándose todo con una luz que hacía más difícil esconderme. La distancia entre el coche de Klaus y la puerta trasera de mi casa me pareció interminable, pero no me detuve. La adrenalina me impulsaba, y el recuerdo del abrazo que le había dado hacía que mis pasos fueran firmes a pesar de los nervios.
Llegué a la puerta trasera y me detuve un momento para escuchar. Todo estaba tranquilo, solo se oían los sonidos habituales de los empleados trabajando en las tareas cotidianas. Klaus tenía razón, mi padre no estaba. Por una vez, su ausencia se sentía como una oportunidad en lugar de una amenaza. Respiré hondo y empujé la puerta con cuidado, asegurándome de que no hiciera ruido.
Entré en la casa, avanzando con pasos ligeros por los pasillos. Mi habitación estaba en el segundo piso, y cada escalón que subía se sentía como un pequeño triunfo. Estaba a