Vio por el ventanal de su oficina, tenía una gran vista, desde ahí podía ver la avenida principal, el tráfico que había, los edificios que se levantaban como monstruos y el cielo infinito que le decía que algo más tendría que haber para él. Y eso era justamente lo que quería, avanzar a algo más, saborear nuevas cosas. Estaba cansado de las fiestas superficiales, de los amigos hipócritas y de mujeres que solo sabían de moda, fiestas, modales y nada más. Mujeres como ella.
Se levantó de la silla y vio a su asistente entrar, era más joven que él, tenía un futuro prominente y era sin duda brillante.
—Tienes que contestar la invitación a la cena de caridad de la señora Robinson, es una de las pocas que aún te invita, ya sabes después de lo de…
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